Cuando los cómics empezaron a aparecer, cada artista tenía una propuesta acerca de cómo integrar los textos y las imágenes de sus historias. Sin embargo, al surgir los estudios de cómic a principios del siglo XX, se buscó estandarizar los procesos para agilizar la producción. Así fue como se fragmentó la creación en diversos oficios: una persona dibujaba, otra entintaba, otra coloreaba y una más (generalmente la que tenía mejor caligrafía del estudio) ponía los textos. A esta persona se le llamó el letrerista.
Poco a poco, los empresarios normalizaron más aspectos de los textos en el cómic. Se determinaron las características de los ahora icónicos “globos” que contienen el diálogo de los personajes: su forma, su posición y su trazo. Con el tiempo, también se resolvió que era mejor escribir todos los textos en mayúsculas y usar letras elaboradas con trazos de grosor uniforme, pues esto permitía legibilidad a pesar de estar impresos en papel ridículamente barato. Lo que se buscaba con todo esto era homogenizar los estilos de escritura de todos los letreristas, por si era necesario llamar a un suplente a medio encargo sin que el público se diera cuenta.
Si bien la letra se logró uniformar en gran medida, cada artista retuvo detalles en sus letras manuscritas que permiten diferenciarlos a los ojos de los estudiosos del cómic. Dave Gibbons, dibujante de Watchmen, tiene una G que parece un 6. La S de Richard Starkings es muy característica porque tiene un pequeño gancho en su parte superior.
Desde los 90, las letras se hacen digitalmente con programas de maquetado. Empresas como Blambot y Comicraft han descollado en esta industria, pero esto no ha disminuido la importancia del letrerista: tan solo le ha proveído de mejores herramientas para desarrollar su trabajo. Es que, aun ahora, un mal letrerista puede arruinar completamente un cómic, aunque todo lo demás esté impecable. Lo que debería ser un elemento integral de la narrativa, como lo es el texto, se convierte en una distracción, que arruina la concentración del lector y la experiencia total.
Afortunadamente, hay gente muy talentosa realizando este trabajo. De los letreristas que más han sobresalido en su campo, tenemos a talentos como Artie Simek, Chris Eliopoulos, Nate Piekos y Todd Klein. Este último es considerado el gran maestro, pues de los premios Eisner de letrerismo entregados hasta ahora, él los ha ganado casi todos.