La de Ilonka Matute es una historia irremediablemente ligada a los libros, las estanterías y la Biblioteca Nacional Luis Cardoza y Aragón. En el espacio que ahora dirige descubrió la literatura infantil, se adentró en investigaciones escolares y dio sus primeros pasos como bibliotecaria. Este sábado, los guardianes de los textos en Guatemala celebran su día, y por ello, hablamos de su labor.
Vocación
Con un padre escritor y una familia inmersa en el ámbito cultural, desde muy pequeña Ilonka Matute aprendió la ruta para llegar por sí sola hasta la Biblioteca Nacional Luis Cardoza y Aragón. El área infantil de esta institución, asegura, le abrió un camino de amor por los libros. Aunque comenzó a estudiar Medicina en la Universidad de San Carlos (Usac), fue mientras laboraba en un centro de documentación en Costa Rica que descubrió su vocación de bibliotecaria.
De regreso en Guatemala, Matute estudió Bibliotecología en la Facultad de Humanidades de la Usac y en 1986 empezó su primera etapa en la Biblioteca. Durante dos años realizó distintas labores, entre estas la de atender al público: “Me gusta ese contacto con los usuarios y saber que uno satisface sus necesidades de información. Amas de casa quieren averiguar de lactancia o personas vienen de los pueblos para aprender de la siembra de papas. Es maravilloso ver cómo ese conocimiento natural, lo confirman mediante los libros”.
Evolución
En 2010, Matute volvió a la institución en el cargo de directora y asumió el reto de probar que una biblioteca es un espacio democrático. “Aquella imagen de la bibliotecaria de anteojos que nos regaña ha muerto. Debemos tener una actitud libre de prejuicios e información diversa. De nada sirven las mejores obras y colecciones si no tenemos vocación de servicio”, explica.
Esta evolución, afirma, también implica aceptar que los tiempos han cambiado. “Un bibliotecario no debe pelear con la tecnología, pues es una herramienta que podemos utilizar a nuestro favor. Que un usuario lea en una tableta o en papel debería ser indiferente, lo importante es leer”, manifiesta Matute. Por eso, adeclara, una de sus metas es que en el futuro los visitantes puedan tener acceso a materiales digitales.
En la actualidad, en la institución laboran 20 bibliotecarios. “Estos son los que ejercen y no solo los que estudian. Quienes sirven a la gente con gusto merecen ser celebrados”, finaliza.