Angela Merkel y los conservadores alemanes ganaron las elecciones de ayer, pero se vieron debilitados por el avance histórico de la ultraderecha y la dificultad para encontrar socios de gobierno.
“Sismo electoral”, resumía el diario Bild en su página web, apuntando que, con el 32,9 por ciento de los votos recabados, la CDU-CSU había registrado “su peor resultado desde 1949” y el nacimiento de la República federal, que los socialdemócratas del SPD (20,8 por ciento) “obtuvieron su peor resultado de todos los tiempos”, mientras que los ultraderechistas del AfD (13 por ciento) se imponían como “tercera fuerza política” del país. Merkel, en el poder desde hace 12 años y 3 mandatos, admitió que esperaba un “mejor resultado”, y advirtió un “nuevo desafío” por la entrada de la ultraderecha.
El gran perdedor de los comicios fue Martin Schulz, cabeza de lista del SPD, que lamentó una “jornada amarga para la social-democracia”.
Así, para lograr mayoría, Merkel debe lograr una alianza con los liberales del FDP y los Verdes.
El principal obstáculo de esta opción radica en que ambos partidos defienden posiciones opuestas en multitud de temas.
Antiultraderecha
La victoria de Merkel quedó ensombrecida por el avance de la ultraderecha del AfD, que consiguió alrededor del 13 por ciento de los votos, según los sondeos a pie de urna.
“Vamos a cambiar este país (…). Vamos a expulsar a la señora Merkel”, lanzó Alexander Gauland, uno de líderes del AfD.
Será la primera vez desde 1945 que un partido revisionista y contrario al islam, a las élites, al euro y a la inmigración entra en la cámara de los diputados alemana.
El AfD quedó por delante de la izquierda radical de Die Linke (9 por ciento), de los liberales del FDP (10 por ciento) y de los Verdes (9 por ciento).