El presidente de Estados Unidos Donald Trump hizo su debut ayer en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con la voluntad de reformar esa organización al comenzar la mayor cita diplomática del planeta, dominada por inquietudes sobre Corea del Norte, Irán y los musulmanes rohinyá de Birmania.
El mandatario no ha escondido su desprecio por el ente multilateral, creado hace 73 años, un año antes de su nacimiento. Durante su campaña electoral, catalogó a la ONU de ser un club para que la gente se junte, charle y pase un buen rato.
Estados Unidos es el principal financiador de la organización creada al concluir la Segunda Guerra Mundial, pero Trump amenaza con reducir drásticamente esos fondos, lo cual para el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, crearía un problema irresoluble para la institución.
Francia y Rusia han reaccionado con frialdad a la iniciativa, preocupados de que la primer potencia mundial esté más centrada en recortar su presupuesto que en mejorar la eficiencia.
La embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley, fue una gran impulsora del recorte de US $600 millones (Q4 mil 374 millones) al presupuesto de las misiones de paz este año.
Haley destacó que hay más de 120 países que apoyan el proyecto de resolución presentado por Estados Unidos para cambiar la ONU y manifestó que es una cifra milagrosa que muestra que hay apoyo para un paquete masivo de reformas que serían dirigidas por Guterres.