El secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, anunció ayer que su país “está evaluando” un posible cierre de su Embajada en Cuba, tras los misteriosos ataques acústicos que han afectado por lo menos a 16 de sus
funcionarios.
La posibilidad “está siendo evaluada. Se trata de un asunto muy serio por el daño que algunos individuos han sufrido. Muchos de ellos han sido repatriados”, declaró el jefe de la diplomacia estadounidense en una entrevista en la cadena de televisión CBS.
La Embajada de EE. UU. en La Habana reabrió sus puertas en 2015 bajo la administración del presidente demócrata Barack Obama, tras medio siglo de ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países.
Desde finales de 2016, 16 funcionarios norteamericanos de esa misión diplomática han manifestado síntomas físicos, sobre todo pérdida de audición, migrañas y náuseas, y han tenido que recibir asistencia médica, según el Departamento de Estado.
La Cancillería estadounidense, que calificó estos ataques de “sin precedentes”, advirtió al Gobierno cubano que es responsable de la seguridad de las personas que trabajan en la isla, aunque no especificó quién está detrás de los ataques.
Funcionarios de EE. UU. contaron a la prensa que se usó algún tipo de dispositivo sónico para perjudicar la salud de los trabajadores de la legación.
El American Foreign Service Association, el poderoso sindicato de la diplomacia estadounidense, explicó en un comunicado: “Los diagnósticos incluyen ligeras lesiones cerebrales de origen traumático, pérdida permanente de audición y de equilibrio, fuertes migrañas, problemas cognitivos y edemas cerebrales”.
Canadá también informó que uno de sus delegados en Cuba sufrió daños en la audición, y dijo que trabajaba “activamente” para averiguar lo sucedido.
Según la cadena de televisión canadiense CBC, al menos cinco diplomáticos de esa nación y sus familias han sido víctimas de estos ataques acústicos.