El desmembramiento de Toshiba, obligada a vender sus mejores negocios para salvarse de la quiebra, ilustra la crisis de grandes conglomerados japoneses de electrónica que durante décadas dominaron el mercado mundial.
Sanyo ya no existe, NEC sobrevive, pero sin los negocios que le dieron fama (ordenadores portátiles y teléfonos móviles), y Sharp se salvó in extremis cuando fue comprado por el gigante taiwanés
Hon Hai.
En paralelo, grupos como Panasonic o Hitachi abandonan poco a poco sus actividades para concentrarse en sectores como el de la construcción, el automóvil o la aeronáutica.
Toshiba, cuyos orígenes se remontan a 1875, está en una situación dramática, obligado a vender sus mejores negocios, como su lucrativa filial de tarjetas de memoria Toshiba Memory.
Los candidatos a comprar la firma luchan encarnizadamente para quedarse con este negocio, un sombrero mágico, que genera cada año un resultado operativo de 4 mil millones de euros (Q34.6 mil millones).