Dando paso a la reconstrucción de Estado con reformas puntuales.
Entendida la administración pública como el Estado en acción, no hay duda de que toda la maquinaria estatal –por usar una metáfora– se encuentra tan solo a un cuarto de su potencia. El objetivo de la administración pública a través de la institucionalidad en el Estado, que es coadyuvar al progreso del país satisfaciendo la demanda ciudadana, se encuentra mermado; derivado del actual orden de cosas en nuestro sistema político, nuestra administración pública enfrenta una condición de tensión y disfunción frente a la opinión pública en general.
Al amparo del estado de legalidad vigente, los actores involucrados en hacer gobierno tienen la responsabilidad de propiciar las reformas necesarias, que se traduzcan en ejes de gobernanza, que den respuesta al clamor de la población guatemalteca en los tópicos prioritarios como lo son: seguridad, justicia y el consecuente desarrollo económico de la nación. En la dinámica política actual, contrario a iniciativas de ley que solo garantizan incremento del estamento público y el resultante gasto innecesario (no prioritario), aunado a la posibilidad siempre latente de la apertura a espacios de corrupción, se debería impulsar acciones que eficienticen los procesos del gasto en aquellos rubros a los que el Estado está siendo demandado.
Todo el esfuerzo de parte de la institucionalidad estatal comprometida con robustecer procesos de administración pública en el país, está obligada a disipar esa mala percepción de la población, cambiando al Estado a la modalidad de activo en esa acción perenne para la consecución del bien general de la sociedad. Nos encontramos como sociedad, en la antesala a eventos cruciales; estamos llamados todos, al cambio de criterio para redireccionar el modelo, apuntando a la destrucción del aparato patrimonial que subyace a nuestra realidad, y dando paso a la reconstrucción del Estado, con reformas puntuales que proyecten ejes básicos para la gobernanza: la refundación de vehículos de representación (sistema partidario), apertura a nuevos cuadros de liderazgo, profesionalización burocrática, modernización del servicio civil y del sector justicia y la modernización presupuestaria y administrativa del Estado de Guatemala. ¿Quo vadis Guatemala? La decisión de darle paso a una nueva época es nuestra.