Apuntes históricos de una muy antigua controversia bilateral.
El diferendo territorial, insular y marítimo con Belice data del siglo XVIII. Este es uno de los conflictos más largos de América; su complejidad radica en que, no solamente es muy antiguo, sino multidisciplinario, ya que abarca diferentes disciplinas: la legal, política, económica e internacional. Guatemala ha reclamado y sostiene, desde su independencia en 1821, ser la heredera de los derechos del Reino de España sobre el territorio beliceño, amparada en el derecho de sucesión y en el principio jurídico del uti possidetis juris.
Históricamente, el diferendo se divide en dos fases, la primera etapa se desarrolla entre la entonces potencia imperial colonial de Inglaterra y la Federación Centroamericana/Guatemala, y luego se inicia la segunda fase, donde el conflicto se desenvuelve directamente entre las partes contendientes, Guatemala y Belice, cuando este último país logra su independencia e incorporación a la Organización de las Naciones Unidas en 1981, iniciándose a partir de entonces, una valiosa y amplia comunicación bilateral entre ambos Estados. Este conflicto evoluciona cuando Centroamérica vivía la peor crisis de su historia: la Federación Centroamericana se desintegraba y los países aislados acentuaban su debilitamiento a lo externo, frente al filibusterismo y William Walker. Contrario sensu, contrastan hoy día los esfuerzos de los países centroamericanos por integrarse política y económicamente. Pero en aquella época, cada Estado se independizaba y, mientras los gobiernos centroamericanos desarrollaban conflictos internos, Inglaterra aprovechaba esa situación adueñándose de casi todo el litoral atlántico de América Central y disputándose los derechos del futuro canal interoceánico con Estados Unidos. En un período crítico en la historia centroamericana, en 1859, Guatemala e Inglaterra suscribieron un polémico tratado, de diferente interpretación para ambos: para Guatemala fue un instrumento de cesión territorial, pero para Inglaterra fue un convenio de límites. Ese instrumento incluye una cláusula compensatoria, que Inglaterra no cumplió, obligando a Guatemala en 1884 a plantear la caducidad del Tratado y la consiguiente reincorporación territorial.
Pese a la permanente oposición guatemalteca, Belice obtiene su autogobierno y, en 1981, la independencia de Inglaterra. Como Estado sucesor del Reino Unido, Belice heredó la controversia territorial cuando cobró su vida independiente. Después, en 1991, Guatemala reconoció jurídicamente a Belice y entabló relaciones diplomáticas con ese país, pero dejó pendiente la solución del diferendo, con base en el principio de integridad territorial. Y, así, vemos al siglo XX transcurrir por completo, sin que al diferendo pudiera ponérsele fin. Afortunadamente, tendremos la oportunidad, a través de la Consulta Popular, para elevar esta disputa a la Corte Internacional de Justicia.