Con esas apreciaciones alimentamos el morbo violento de una sociedad convulsionada y dividida.
En una opinión nacional leía entre líneas que teníamos un gobierno acéfalo. Para entender mejor el concepto veamos lo que dice el diccionario de la RAE, “Carente de cabeza”. Si vamos al concepto político social, entendemos que ese precepto se puede aplicar de una manera más evidente cuando el titular del poder ejecutivo, ha fallecido, sufre una grave enfermedad, ha renunciado o ha sido objeto de derrocamiento y aún nadie ha ocupado su lugar. Es decir, que no exitista Presidente, pero en el caso de Guatemala, el mandatario legalmente electo se llama Jimmy Morales Cabrera y continúa al frente del poder ejecutivo, en todo caso, existe el vicepresidente Jafeth Cabrera, que automáticamente sería el mandatario de suceder algo.
Al escribir este tipo de opiniones destructivas, como la leída el jueves de la semana pasada, indiscutiblemente confunde y manipula la sensibilidad de los receptores de medios impresos, porque lleva implícito un código escondido y una intención obvia. El que exista un análisis de antejuicio, la conformación de una comisión pesquisidora, una administración pública complicada, sectores de oposición y falta de respeto al Presidente de la República en las redes sociales, no significa que demos por descabezado el poder ejecutivo. A mi parecer, con esas apreciaciones alimentamos el morbo violento de una sociedad convulsionada y dividida, que provoca enfrentamiento, discordia, odio y muerte.
No quisiera pensar de manera negativa y ser pesimista. Creer que en efecto la intención es la del código escondido. No creo que el propósito sea provocar desestabilización, destrucción social, cuando el llamado cristiano es la paz. El papa Francisco, que estuvo muy cerca de nosotros en su último viaje fuera del Vaticano, visitó Sudamérica, pidió que reine la tranquilidad, que nos amemos entre nosotros. Que termine la sociedad violenta. No funcionará mientras continuemos motivando al enfrentamiento entre grupos a favor y en contra. Solo lograremos una guerra civil, anunciada por generadores de opinión.
Existen tantos temas positivos que abordar en la vida nacional, por qué exhortar en lo que se ha dicho repetitivamente. Son tan monótonos que se han convertido en un fastidio para la mente y el alma. De tanto insistir en lo que ya sabemos y adelantar opinión de lo que no sabemos, puede ser tan peligroso provocando acciones negativas que generen en el subconsciente de las personas efectos comunicativos que destruyan los logros alcanzados y el camino recorrido. Manchar la democracia, desgarrar la institucionalidad y perder la confianza en aquellos sujetos o instituciones que han trabajado para una Guatemala distinta, nos puede llevar a un abismo sin fondo.
Por supuesto, que el sesgo demostrado ante esas posturas de alimentar una sociedad violenta, queda en evidencia, puede ser por diferentes razones y causas, que quieren frenar el seguimiento de una República en democracia. Son cuadros duros, difíciles de tratar, manipulan grupos, reciben apoyo de la cooperación internacional, intentan debilitar los avances para tomar a la fuerza el poder del Estado, dando ejemplos burdos a las nuevas generaciones que hasta el momento el bombardeo mediático los tiene confundidos.