Una multitud se concentró ayer en Barcelona para manifestar por la independencia de Cataluña. El Gobierno español calculó que a la marcha llegaron 350 mil personas pero los convocantes dijeron que acudieron no menos de 1 millón.
Tomando como referencia las cifras de la Policía local, la participación es superior a la de 2016, cuando 805 mil personas se unieron a las marchas convocadas en 5 ciudades distintas de Cataluña, pero inferior a la de 2015, cuando 1.4 millones de personas se congregaron en la capital de la región.
Los manifestantes, haciendo ondear centenares de banderas independentistas, desbordaron dos amplias calles de la ciudad, formando una cruz de más de un kilómetro que representaba las “X” que esperan marcar en la casilla del “Sí” en el escrutinio del 1 de octubre.
El gobierno regional, presidido por Carles Puigdemont, presente en la manifestación, convocó la semana pasada esta consulta de autodeterminación, generando un grave conflicto con Madrid.
Según el último sondeo del instituto demoscópico público regional, no menos del 70 por ciento de los encuestados apoyaba celebrar una votación, aunque solo el 41.1 quería la secesión.
“Habrá lío en las próximas semanas, pero vamos a votar”, afirmó Mari Carmen Pla, con la bandera de franjas amarillas y rojas con una estrella blanca sobre un triángulo azul, colgada sobre los hombros.
En las pancartas, el mensaje en catalán era claro: Votaremos y Adéu Espanya (Adiós España). Es la sexta vez consecutiva que se manifiestan por la Diada del 11 de septiembre, día de Cataluña, y esperan que sea la última antes de conseguir la independencia.
“No habrá referendo y haré todo lo necesario para ello, porque es mi obligación”, insistió Mariano Rajoy, jefe del Ejecutivo. Pero según Puigdemont, la única forma que tiene su contraparte de impedirlo es sentarse a dialogar.