En el centro de la trama de la supuesta compra de los Juegos Olímpicos de Río 2016, está el presidente del Comité Olímpico Brasileño (COB), Carlos Nuzman, quien volvió a su casa después de haber declarado ante la Policía, mientras los locales se desesperan por su enésimo escándalo de corrupción.
“Brasil, medalla de oro en corrupción”, se leía ayer en un montaje reproducido en las redes sociales que llevaba el logo de las justas. Sin tregua desde que la megaoperación Lava Jato arrancó en 2014, la vergüenza que muchos brasileños sienten ante la lista inacabable de esquemas fraudulentos tuvo uno de sus días cumbre el martes, cuando la Fiscalía denunció que la Cidade Maravilhosa habría arrebatado las Olimpiadas a Chicago, Madrid y Tokio con la compra de votos a miembros africanos del Comité Olímpico Internacional (COI) en 2009.
“¿Indignados, sorprendidos o perplejos? ¡Yo no!”, escribió en Twitter la exjugadora de baloncesto Paula Goncalves da Silva, Magic Paula, medallista en Atlanta 1996.
La red Atletas pelo Brasil pidió una investigación exhaustiva del caso, y deportistas olímpicos, como la nadadora Joanna Maranhao o el tenista Fernando Meligeni, compartieron públicamente su indignación con la investigación Unfair Play.
La Fiscalía aseguró que Nuzman, quien dirige el COB desde 1995 y es miembro honorario del COI, habría sido una pieza clave para el pago de 2 millones de dólares (Q14.58 millones) en sobornos.
El exjugador de volibol, de 75 años, salió el martes de la sede de la Policía Federal sin pasaporte y con mil millones de reales (Q2 mil 340.1 millones) de su patrimonio bloqueados, pero volvió a su domicilio.