Trece robustos tapires nacidos en cautiverio descansan tranquilos en medio de la maleza en un zoológico de Nicaragua, lejos del peligro que su especie vive en las selvas del Caribe, donde son cazados y desplazados por la destrucción de los bosques.
Esos mamíferos de Centroamérica tienden a desaparecer debido a la tala de los bosques, el cambio climático, la cacería y el acecho de felinos como el jaguar y el puma.
En Nicaragua es el cuadrúpedo “en mayor peligro de extinción por la deforestación indiscriminada, el avance de la frontera agrícola, la venta ilegal y la matanza, porque la gente se los come”, pese a que su caza está prohibida, dijo el experto en fauna silvestre Eduardo Sacasa, quien dirige un proyecto de reproducción de esas especies, también conocidas como dantas, cuya reproducción es difícil porque solo tienen una cría tras una gestación de 14 meses.
Organismos ambientalistas calculan que en Centroamérica hay 3 mil tapires bairdii, población que podría reducirse en 80 por ciento si no se toman medidas de conservación, advierte la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
La población de estos animales de hocicos largos, que viven entre 15 y 40 años y pesan de 200 a 300 kilos, ha disminuido en no menos de 50 por ciento en las pasadas tres generaciones, subraya el informe.
El geógrafo Jaime Incer dijo que el país centroamericano pierde entre 50 mil y 60 mil hectáreas de bosques al año por la tala descontrolada.
Para conservarlos, Sacasa comenzó hace dos décadas a estudiar el comportamiento de estos animales, apoyado por el experto estadounidense Christopher Jordan, de la Universidad de Míchigan, con quien ha dado seguimiento a los tapires con collares satelitales y 150 cámaras.
“La idea es armar un proyecto más grande para presentar al Gobierno las alternativas que hay para salvar al tapir”, dijo Sacasa.