Por: Jessica Masaya Portocarrero
Siempre se arma la polémica alrededor de algún libro que alguien considera literatura, pero otros no. Es de reconocer que una de las acepciones para esta palabra en el Diccionario de la Real Academia es: “conjunto de las obras que versan sobre una determinada materia”, como la “literatura médica o jurídica”.
La primera acepción, y que es a la que aquí me refiero, es: “arte de la expresión verbal”. Como en las otras disciplinas artísticas, en literatura hay características y pautas que deben observarse, y que han ido desarrollándose a lo largo de su historia. Por supuesto, no es un quehacer estático, pues si bien hay muchas similitudes entre las de siglos pasados y el actual, cada época tiene sus propias peculiaridades estéticas.
Para que la tradición literaria siga adelante, tanto escritores como lectores, deben tener conciencia de su devenir y características. Si existe una desconexión, las obras pasarán desapercibidas o no serán comprensibles del todo.
Un ejemplo es lo que pasa en el arte performático y conceptual actual. El público que no “habla” ese lenguaje, no suele entender las piezas e incluso las rechaza diciendo que no son arte. O peor, otros que no tienen ese conocimiento, para no quedar mal fingen entenderlas, pero no tienen criterio para discernir las que son de calidad de las que no.
Surge entonces la duda, ¿quiénes pueden llamarse escritores? ¿Quiénes cumplen ciertos requisitos estéticos, aunque no hayan publicado? o ¿Son solo quienes ya han publicado, aunque no tengan
calidad?
Es común que la gente pregunte a qué nos dedicamos y cuando uno contesta que es escritor de inmediato dicen “¿qué has publicado?”. Se cree que el escritor no lo es si no tiene lectores, pero no todos están de acuerdo. Para muchos basta denominarse a sí mismos como “artistas” para serlo. Es una identidad que uno asume y no tiene que ser validada por nadie. Eso me parece muy valiente, sobre todo en sociedades como la nuestra en la que se ningunea e ignora al artista.
Me encantan quienes sin pedirle permiso a nadie empiezan a formarse a conciencia y a abrirse camino trabajando todos los días. Ellos podrían autonombrarse escritores porque están “ejerciendo”, aunque no sean conocidos, todavía.
Lo más importante es no perder de vista que son las obras las que nos presentan como artistas de la palabra, allí están las respuestas a todas las dudas acerca de lo que hacemos.