Muchas víctimas que quedan con lesiones para toda la vida.
Con impotencia vimos cómo Guatemala se vistió de luto nuevamente ante un lamentable incidente, ocurrido el pasado 16 de agosto en el Hospital Roosevelt, cuando un grupo de jóvenes en su afán de rescatar a uno de los suyos, no les importó poner en riesgo la integridad de pacientes y personal del referido nosocomio para lograr su propósito, dejando 7 muertos, 15 heridos y una gran cantidad de población afectada emocionalmente, quienes no borrarán tan fácilmente de su memoria las escenas de dolor ocasionadas por esta barbarie.
Pasados los hechos, luego de observar los resultados, todos buscan a los culpables, señalando en su mayoría a las autoridades de turno, las que en definitiva tienen algún grado de responsabilidad, pero existen otros que pocas veces se mencionan; padres que no asumen como corresponde la educación de los hijos, por la proliferación de hogares desintegrados y una sociedad que niega las oportunidades de desarrollo en igualdad de condiciones para todos. Lo preocupante es que apenas estamos superando la difícil situación de uno de estos hechos, cuando de repente nos llega otro de iguales o peores magnitudes, provocándose en los distintos núcleos sociales serias preocupaciones, declaraciones de autoridades que se proponen buscar soluciones para que ya no ocurran estos incidentes, pero pasados los días, todo se va olvidando y con ello, los buenos propósitos para encontrar las soluciones.
Todas las veces se ha escuchado decir a muchos sectores, que no deben trasladarse reos a los hospitales públicos, que deberían existir o establecerse clínicas en los centros carcelarios donde se puedan atender a los que requieran de estos servicios, pero como se ha indicado, luego todo se olvida, no obstante, al número innecesario de víctimas que queda de cada uno de estos sucesos, que desafortunadamente los vamos viendo normales.
Han existido ataques armados en los dos principales hospitales de referencia nacional, con secuelas fatales, especialmente para las familias que pierden a uno de sus miembros, a esto hay que agregar, las muchas víctimas que quedan con lesiones para toda la vida que derivan en discapacidad, porque la delincuencia también genera esta condición, que dados los factores culturales, sociales y económicos del país, se suman a la enorme lista de personas que nos vemos limitados en el ejercicio pleno de nuestros derechos. Después del lamentable incidente del 16 de agosto, que nadie olvidará tan fácilmente, se vuelven a escuchar nuevos propósitos, que inclusive llegan a la descalificación de autoridades, porque el decir –ni por órdenes del Presidente se atenderán a los reos–, es una expresión poco afortunada e irresponsable, en vez de expresar estas ideas, mejor deben sumarse los esfuerzos para proponer y encontrar soluciones a una problemática que de no hacerse, veremos en poco tiempo más de lo mismo.