Lo difícil que es ahora para los migrantes alcanzar el sueño americano, más ahora que se quedan en el sueño mexicano.
Pasar de la Mesilla a Comitán, donde los controles migratorios son cada vez más invasivos derivados del Plan Frontera Sur.
Estoy en San Cristóbal de Las Casas en plan de vacaciones, y decidimos tomar un denominado “road trip”, pasando la aduana en La Mesilla, donde tienen tan solo un elemento para la atención en situaciones precarias, llegando a ciudad Cuauhtémoc donde la aduana es mejorcita.
Pero sabes que la frontera es tan porosa que la gente se las puede ingeniar para pasar por atrás de los lagos de Colón.
Y de repente casi al llegar a Comitán el desvío obligatorio al megacontrol migratorio, donde por ser diferente a los pobladores del lugar nos hace sujetos a control de pasaportes.
Nada que salga de lo extraordinario, es más, es sujeto a juicios antojadizos del oficial aduanero si te permite seguir el viaje o no, depende de su humor, si pasas, tienes suerte de seguir tu destino final.
Llegando a Comitán sabes que aunque tengas visa americana, mexicana, europea, miles de sellos de aduanas de otros países, estás sujeto a la vigilancia migratoria todo el tiempo, y esa agresividad se debe al Plan Frontera Sur. Esto ha obligado que el denominado tren La Bestia acelere su ritmo para que inmigrantes no la puedan “montar”, también se ha invertido en estaciones de control migratorio en cada etapa del viaje, de todas maneras esto no retiene el flujo de migrantes ilegales, porque el territorio es basto, y por lo que cuentan los lugareños chiapanecos.
De todas maneras, como migrante legal, es intimidatorio pasar los controles, solo porque nos ven “distintos”, y la experiencia de viajar por tierra se vuelve intimidatoria e inclusive da miedo toparse con retenes que nos puedan extorsionar.
En fin, llegar a tu destino final te hace reflexionar lo difícil que es ahora para los inmigrantes alcanzar el sueño americano, más ahora que se quedan en el sueño mexicano, porque ofrece diferentes ventajas, como por ejemplo el tipo de cambio, el nivel de vida, y la canasta básica.
Muy diferente a Guatemala que casi se necesitan 5 mil quetzales para la canasta básica, cuando aquí en Chiapas la diferencia del gasto es beneficiosa para el guatemalteco, y uno se pregunta: ¿Por qué estamos pagando de más cuando producimos estos vegetales? ¿Por qué estamos pagando tasas tan altas de interés por préstamos de vivienda?
Hasta cosas tan burdas como por qué pagamos 35 quetzales por la libra de champiñones cuando aquí se consigue a 40 pesos el kilo? ¡Qué alguien me explique por favor!
Mientras tanto, en San Cristóbal de Las Casas aún se saborea lo que es tener “baby carrots” en su mesa, cuando nosotros ya estamos degustando espárragos.