Cuando el recurso de la fe se juega entre la delgada línea de la suerte, la estafa, y la ilegalidad.
Uno de los titulares de prensa que marcó esta semana es la proliferación de loterías callejeras que no están autorizadas, ya que no cuentan con el aval de un gobernador o notario que pueda dar fe pública de la actividad realizada.
En pocas palabras, esta lotería clandestina la empecé a notar en el mercado San Martin, de la zona 6. Entre la bulla de los buses, carros, por las tardes en altoparlante mencionan el número ganador de la rifa, y empecé a ver un picop circulando con la gente que supuestamente había ganado la lotería. Para muchos, un golpe de suerte ganarse 2 mil quetzales, o víveres. Yo me preguntaba qué eran esos papeles pegados en los postes cercanos al mercado y por el barrio de la primera calle, y me dijeron que era el número ganador y que debía ponerse las pilas para cobrar su premio en tres días.
No sé por qué me quedé con la impresión de desconfianza, ¿ a lo mejor lavado de dinero al menudeo? es un nicho fácil, un mercado donde el billete corre, no hay tarjetas, ni cheques, solo el dinero en efectivo sin rastros, ni siquiera hay facturas. También me llama la atención esos rótulos en los postes que dicen “necesita dinero urgente, llame a…”, así como he visto también a las personas “prestamistas” que cargan un gran “fajo” de dinero, acompañado de una libretita muy estilo de Pablo Escobar, quien presta el “pisto” , y así también lo pide devuelta. Estas prácticas se dan entre la economía de la informalidad, no porque no tengan “dinero”, sino más bien carecen de oportunidades de generar más dinero, y con ello progreso social. El guatemalteco vive al límite, de por sí no tenemos cultura de ahorro, y aún nos atrevemos a dar lecciones de economía a personas que con lo único que comen es con la venta del día a día en el mercado, así que este tipo de prácticas son atractivas para estas personas que hemos dejado sin aliados, sin amigos del Estado que promuevan su desarrollo y, por supuesto, apoyarlos a que alcancen la ansiada formalidad que no solo se traduce en pagar impuestos, significa también que la cubertura social llegue a ellos y a sus familias. Pero antes de profundizar en el tema de invertir en microcréditos, se debe poner foco a estas prácticas informales, porque son clandestinas, ya que carecen de controles y permisos y además ponen en vulnerabilidad a las personas de ser estafados.
Un microcrédito es un préstamo o crédito de cantidad pequeña, normalmente inferior o igual a mil quetzales por ejemplo a pagar en un mes normalmente. Los microcréditos nacieron con una vocación totalmente social, nacieron como una alternativa a los bancos en los países en vías de desarrollo. ¡Bingo! Sí, para reemplazar las practicas informales que ayudan a las personas a cubrir necesidades o emergencias que deben liquidarse de forma puntual e inmediata con un retorno casi garantizado con intereses que para el solicitante es bajo. Hay muchos ejemplos exitosos, de cómo los microcréditos permitieron el progreso social de las personas, y cómo permitieron principalmente a las mujeres emprender en la economía formal. Continuará.