La capacitación de los caficultores es otro aspecto importante de estos planes y un factor clave si buscamos asegurar la sostenibilidad del sector.
El final de la cosecha 2016-2017 se acerca. En septiembre celebraremos el cierre de un año cafetero más y el mes siguiente se dará por inaugurada la cosecha 2017-2018. El ciclo que cerramos; sin embargo, concluye con complicados efectos económicos para la mayoría de caficultores.
Los principales retos a los que se enfrenta el sector en este momento son la volatilidad en los precios del contrato “C”, la reducción de la demanda de cafés de Guatemala de parte de los principales tostadores en el ámbito global, así como los efectos del cambio climático y de la roya.
La renovación de plantaciones con variedades tolerantes a esta enfermedad ha sido limitada, debido a controversias en cuanto a la calidad del producto final.
Al respecto, es importante resaltar que desde finales de los años 90 Guatemala optó por posicionarse en el mercado por su calidad en taza frente a las limitantes de volumen, en comparación con orígenes como Colombia y Honduras.
Los resultados de las cultivares tolerantes a la roya como Sarchimor, Catimor, Marsellesa, Anacafé 14, Castillo y Parainema, por mencionar algunos, ha mostrado mucha variación, como es de esperar, en un cultivo tan complejo como el café, en el que, además de la genética influyen el microclima, la nutrición, el tipo de suelo, el cuidado durante el procesamiento y muchos otros factores.
Aunque en general no gozan de mucha popularidad, variedades como Parainema han sido reconocidas con galardones importantes en el ámbito de las subastas en Centroamérica, sorprendiendo a productores y compradores por igual.
Utilizar estas variedades no es una decisión fácil para quienes tienen terrenos con altitud sobre el nivel del mar suficiente para producir café estrictamente duro, que es la clasificación de calidad más alta en nuestro país.
Pero es una buena opción para quienes producen calidades Prime, Extra Prime, Semi Duro y Duro, pues podría ayudarles a reducir los costos de operación e incrementar su productividad.
En este contexto, Nestlé anunció recientemente la entrega de 800 mil plantas tolerantes a la roya, con las que beneficiarán a más de 300 mil familias caficultoras guatemaltecas, en la cuarta edición del Plan Nescafé.
De manera similar, Starbucks inició desde el año pasado su programa “One Tree for Every Bag” y donó una cifra similar de plantas en nuestro país y, según información preliminar, continúan con la entrega este año.
Necesito profundizar y conocer de primera mano beneficiarios de ambos proyectos para poder comentar su impacto; sin embargo, es un esfuerzo que se debe reconocer porque es una inversión que estas empresas hacen buscando alternativas viables para continuar con este cultivo que ha sido tan afectado por esta enfermedad.
La capacitación de los caficultores es otro aspecto importante de estos planes y un factor clave si buscamos asegurar la sostenibilidad del sector. Pero este será tema de otra columna.