Esta generación es la primera que se cría siendo el centro de la familia.
Los jefes se cuestionan cómo actuar, los profesores se quejan, los padres no entienden desde dónde cumplir su rol y las autoridades políticas se ven arrinconadas. ¿Qué es lo que está generando tanto desconcierto? Los jóvenes de hoy, que parecen no tener lealtad con sus empleadores, que no se concentran en lo que ocurre en la clase, que no obedecen a sus progenitores y que no se conforman con nada de lo que los políticos les ofrecen. ¿Es un fenómeno solo chileno? Desde luego que no. ¿Es algo propio de esta generación? Algunos dirán que no, que esto es característico de la juventud de cualquier época, y en parte tienen razón, pero aquí argumentaremos que, además, nos encontramos frente a un fenómeno especial, que debe ser mirado con atención, más a través del parabrisas que del espejo retrovisor.
Esta generación de los millenials se cría en la década de los 90, justamente en los albores de una nueva era, que comienza a emerger con la caída del Muro de Berlín en 1989, y la masificación de Internet pocos años después. Visto así, estos jóvenes no se desarrollaron en un mundo en equilibrio, sino en medio del desequilibrio propio del momento en que un mundo da paso a otro; no crecieron en una época de cambios, sino en un cambio de época; no son quienes desafiaron los antiguos paradigmas, sino quienes primero adoptaron los nuevos.
De ahí que, más que plantearse la necesidad de cambiar el mundo, como los jóvenes de otras épocas, lo que mejor parece caracterizar a los jóvenes de hoy es que intentan vivir su vida de acuerdo a esos nuevos códigos, bajo los cuales ellos han crecido, y que por tanto son obvios para ellos, aunque no lo sean para quienes inconscientemente los hemos causado.
Esos códigos han llevado a esta generación a desarrollar una concepción de la autoridad, del orden y de las relaciones con otros muy distinta a la de todas las demás generaciones en la historia, lo que, en nuestra opinión, se vincula a cuatro factores fundamentales: su crianza, la tecnología que usan, las redes sociales a las que recurren y su forma de jugar.
LA CRIANZA. Esta generación es la primera que se cría siendo el centro de la familia. Nunca antes los hijos habían sido el foco de atención y preocupación de sus padres como lo fueron estos. Estos niños aprendieron a ser actores protagónicos desde su más tierna infancia, pero un protagonismo sin consecuencias ni responsabilidades, ya que estas las asumían sus padres.
LAS TECNOLOGÍAS. En paralelo, las nuevas tecnologías de la comunicación reforzaron este rol protagónico.
Los niños de esta generación ya no fueron meros receptores pasivos de una limitada programación de radio, televisión o prensa; ellos pudieron convertirse en actores activos subiendo información a la web, escribiendo foros o grabando videoclips. Ellos pudieron definir los contenidos que querían ver.
La tecnología bidireccional, en tiempo real y móvil, acabó con las limitantes que vivimos otras generaciones en lo relativo a la capacidad de comunicarnos con el mundo.