El primer ministro iraquí, Haider Al Abadi, llegó ayer a Mosul, una ciudad liberada, donde proclamó victoria sobre el grupo yihadista Estado Islámico (EI), tras 9 meses de enfrentamientos armados.
Sin embargo, no parece que la batalla haya terminado por completo, pues todavía se podían escuchar disparos y bombardeos en la ciudad cuando el gabinete de Abadi publicó el comunicado.
La reconquista de la urbe es la más importante victoria de Irak desde que el EI se apoderara de la ciudad en una ofensiva relámpago el 10 de junio de 2014, antes de hacerse con el control de grandes partes del corazón sunita del país y de proclamar su califato entre Irak y la vecina Siria.
La contraofensiva para liberar la ciudad y toda la provincia de Nínive comenzó en octubre de 2016 y desde entonces las tropas, apoyadas por milicias y por el ejército kurdo peshmerga, han arrebatado a los extremistas amplios territorios.
Pero los alzados, que enfrentan ofensivas apoyadas por una coalición liderada por Estados Unidos en ambos países, ha perdido gran parte de los territorios que controlaban desde entonces.
Por seguridad personal
Los civiles que quedaron atrapados en el casco antiguo de la localidad septentrional tuvieron que huir de la zona en ropa interior para que los soldados no los confundieran con los rebeldes. Los hombres tuvieron que quitarse la ropa para mostrar que no llevan explosivos adosados al cuerpo, después de que terroristas suicidas se infiltraran entre la población.
No menos de 915 mil habitantes huyeron desde que comenzó la batalla, informó la Organización de las Naciones Unidas esta semana.
El logro no supone el fin de la guerra contra el EI, que aún controla zonas en Irak y territorios en el este y centro de Siria.