Qué bien por los colombianos que tendrán un ambiente sin guerra.
Después de cuatro décadas de enfrentamiento entre hermanos,
Colombia da un paso adelante y dice no a más guerra, y las FARC entregan sus armas y se pone fin definitivo a un conflicto que, como en todos los países del mundo, desangró a miles de familias y demostró que ese no es el camino, sino es trabajando todos unidos por lograr un verdadero
entorno de paz.
A mis amigos colombianos, qué bien por ellos, que tendrán un ambiente sin guerra y podrán desarrollar la enorme capacidad que tienen para reconstruir un país que estuvo sumido en una confrontación que no llevó a nada, solo a la pérdida lamentable de seres humanos valiosos y desintegró familias y acarreó una profunda brecha que separaba a los hermanos colombianos.
La verdadera paz se busca, se trabaja por ella, y hoy otros retos tendrán que enfrentar para demostrar al mundo la enorme capacidad que tienen para lograr que un país grande y lleno de multiculturalidad sea aceptado nuevamente en todo el mundo y, sobre todo, que ellos mismos se acepten con sus diferencias y que se unan para lograr la reconstrucción de un nuevo territorio que realmente los necesita a todos.
Guatemala pasó por lo mismo, después de 36 años de guerra interna, logró acuerdos que cesaron esos enfrentamientos que tanto daño hicieron a las familias y lograron que se abriera una brecha de duda y desconfianza entre los mismos guatemaltecos, y bueno que todos vieran a nuestro país convertido, aparte de la pobreza, en un lugar de confrontación armada. Muchas vidas valiosas se perdieron y se quedaron regadas, pero sirvieron como ejemplo para demostrar que jamás la guerra es una salida para solucionar los problemas sociales, económicos y políticos del país.
Estos procesos de cese el fuego, firma de paz y entrega de armas sirvan de ejemplo al mundo para que ya no haya tanta confrontación y que nos debemos enfocar en trabajar por lograr sacar a nuestro país de la pobreza, en erradicar la violencia que se genera a partir de tanta desigualdad, hay que trabajar duro para lograrlo y, en ese proceso estamos, aunque sea muy complejo de luchar por salir de ello.
Debe prevalecer el respeto a los derechos humanos, el respeto a las personas, por encima de cualquier tipo de atropello, que prevalezca siempre el ser humano.