El tema siempre resultará controversial, pero es de reflexionar que algunos de esos niños o niñas que cometen ilícitos son víctimas y no victimarios.
En diferentes ocasiones hemos escuchado de la trata de personas, práctica que se asocia a la explotación laboral y sexual con facilidad, asimismo llamada la esclavitud moderna; pero, este flagelo va más allá de esos conceptos.
El artículo 47 de la Ley contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas define a este último delito como… “la captación, el transporte, traslado, retención, acogida o recepción de una o más personas con fines de explotación(…)”, siendo estas las formas que el tratante utiliza para cometer el acto ilícito.
Ahora bien, cuando se habla de explotación, el artículo 47 contiene el desglose así: “(…)la prostitución ajena, cualquier otra forma de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, cualquier tipo de explotación laboral, mendicidad, cualquier forma de esclavitud, la servidumbre, la venta de personas, la extracción y tráfico de órganos y tejido humano, el reclutamiento de personas menores de edad para grupos delictivos organizados, adopción irregular, trámite irregular de adopción, pornografía, embarazo forzado o matrimonio forzado o servil”. En ese desglose de variantes me llama la atención el que indica “reclutamiento de personas menores de edad para grupos delictivos organizados”, porque deja entrever que se quieren tratar problemas con el desconocimiento legal y social del asunto, al punto de que en la actualidad existen intenciones para que el Código Penal sea modificado y que los menores de edad en conflicto con la Ley sean procesados como personas adultas.
El tema siempre resultará controversial, pero es de reflexionar que algunos de esos niños y adolescentes que cometen hechos ilícitos son víctimas y no victimarios, insisto no todos los casos encuadran, pero sí un buen número.
Entonces, imaginemos a un niño o niña que nace en un entorno donde el Estado no lo protege con los servicios básicos de salud y educación, crece alrededor de una familia con cuadros de violencia intrafamiliar, cuando es “lo suficientemente grande” es forzado a delinquir por el crimen organizado, a cambio de no asesinar a sus hermanos, no tiene a dónde ir para escapar y la sociedad lo señala de delincuente que merece ser procesado penalmente como adulto.
Me pregunto, ¿quién será peor? ¿El niño o niña que delinque bajo la figura de trata de personas o la sociedad que los ve crecer con menosprecio?