Se cuenta con un recurso humano que apuesta con vehemencia y convicción al desarrollo.
En Guatemala nos encontramos en un entorno de transiciones dentro del aún persistente paradigma tradicionalista en lo político, que riñe con los esfuerzos latentes para proyectar reformas que eviten la repetición de eventos que han frenado el desarrollo en el país.
Nuevos esquemas en administración pública pudieran proyectar un cambio de curso en el país; partiendo de que las reformas vitales deben de darse en nuestro estado de legalidad, de tal forma que nos garantice a los guatemaltecos esa condición en extremo importante del Estado de derecho, que no es más que la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.
En esa concepción de isonomía, la proyección en políticas de gobierno debería de estar fundamentada en garantizar igualdad de condiciones y no de oportunidades. Condiciones mínimas sobre las cuales los guatemaltecos dispongan de ese escenario vital para buscarse sus propias oportunidades y con ello coadyuven al desarrollo integral del país.
La administración publica en la coyuntura actual del país, tiene la oportunidad de proyectarse a la ciudadanía con nuevas fórmulas, mismas que garanticen la producción de servicios de carácter institucional que fortalezcan la oferta gubernamental que actualmente se demanda.
Acá el cambio radica en directrices de reforma bien puntuales: respetar sin excepción, los derechos individuales, variable, que generaría un verdadero Estado de derecho; Introducir a Guatemala a las tendencias mundiales en reducción del gasto del Gobierno en forma centralizada, esto implica el traslado de responsabilidades al poder local y la participación comunitaria acorde a demanda de bienes y servicios eficientes y de gran valía en el entorno comunitario.
Se cuenta en la administración pública con un recurso humano que apuesta con vehemencia y convicción al desarrollo en Guatemala; estamos de acuerdo en que el fin es ese: el desarrollo; es en los medios, en los que aún no nos queda claro en que tenemos que consensuar para proyectarnos con fórmulas distintas a las que hasta hoy han tratado de desarrollar en el país con un alto costo para nosotros mismos.
El cambio en las reglas del juego es imperativo, con ello, estaríamos dando a la ciudadanía a la que se debe la administración pública, un atisbo de que se empieza a cambiar de curso y que sí es posible como sociedad, perfilarnos hacia otros esquemas de desarrollo.
