Irán es el único país en el que una revolución religiosa tomó el poder con éxito.
El reciente ataque terrorista sunita al corazón político y religioso de Teherán es algo casi sin precedentes, incluso aun cuando en los años 80 el territorio iraní sufría embestidas de diferentes bandos. Este asalto debe considerarse como algo relacionado estrictamente con el aislamiento diplomático hacia Qatar en el marco de la guerra civil en curso en Siria e Irak.
Antes de afrontar escenarios contemporáneos, es importante resaltar los motivos históricos que subyacen bajo la división entre sunitas y chiitas, que se alejan de la acusación recíproca que se hace en la actualidad de herejía y comprensión religiosa.
Tras la muerte del profeta Mahoma en el 632, el principal problema era preservar la unidad de la Umma, la comunidad islámica, entre aquellos que sostenían que la herencia política de Mahoma (la herencia profética religiosa finalizó con la muerte del profeta) debía mantenerse en su clan cerrado y apoyaban la candidatura de Alí (el primo del profeta); y aquellos que argumentaban que el sucesor de Mahoma podía ser cualquier colaborador cercano y amigo en el período islámico inicial, no necesariamente un miembro específico de su clan o de su familia.
Asumiendo que los “cuatro califas bien guiados”, los siguientes califas principales, eran miembros de la familia del profeta por parte de su esposa, solo uno, Alí, era realmente miembro del Banu Hashim, el clan de Mahoma. La fragmentación de la comunidad, en particular después del asesinato del tercero de ellos, Othman ibn ‘Affan (656), y la decisión sin unanimidad de elegir a Alí como cuarto califa, se basó inequívocamente en razones políticas y del clan, sin la acritud religiosa que ha emergido hoy.
Solo un siglo después de la guerra civil causada por la herencia política, podríamos comenzar a identificar diferencias religiosas entre los sunitas y los chiitas.
La situación contemporánea difiere claramente y el énfasis concedido a las divergencias entre ambos es parte del juego recíproco de propaganda sin base religiosa real.
Claramente existen diversidades religiosas en lo que concierne a la estructura del liderazgo islámico, algunos valores morales y en la ortopraxia religiosa. Sin embargo, el Corán y la Tradición se mantuvieron similares y la peregrinación a la Meca-Medina permaneció también para muchos chiitas como pilar de fe hasta 2015.
No obstante, con el fin de poder reclutar soldados en ambos lados, necesitan exagerar el impacto religioso.
Por el contrario, el conflicto actual se relaciona con motivos económicos, estratégicos y políticos, al menos desde el triunfo de la revolución iraní en 1979.
El factor político post 79 guardaba relación con el hecho de que Irán es el único país en el que una revolución religiosa tomó el poder con éxito e incluso si hoy, la joven generación urbanizada apoya actores políticos reformistas, el sistema político iraní es aún liderado y gestionado desde lo religioso.