Por: Luis Rolando Solares
El volante Gerardo Arias cometió el garrafal error de firmar dos contratos que lo ligan a Sanarate y a Guastatoya, en este ínterin de temporada, una decisión que lo deja en una situación legal comprometedora y mal parado moralmente.
Anunció a los cuatro vientos que había quedado al margen del subcampeón por un desacuerdo económico. Ante tal situación y por su calidad futbolística, Sanarate decidió ficharlo, pagarle un jugoso sueldo por adelantado, y se presentó a entrenarse.
Sin embargo, el lunes por la noche apareció en una fotografía junto a la cúpula directiva de Guastatoya, en la que se anunciaba que seguirá vestido de amarillo y verde.
No es un caso aislado de lo informal del futbol guatemalteco. Es más, se le podría agregar al del delantero Édgar Chinchilla, quien había dado su palabra en Petapa, según el presidente de este equipo, pero siguió en Comunicaciones.
También es similar a los casos cuando los equipos les aseguran una oportunidad de trabajo a los jugadores, y después, si consiguen un “mejor futbolista o más barato”, les dan las gracias.
Este tipo de situaciones debe erradicarse de nuestro balompié; le resta credibilidad y seriedad. Ojalá que Sanarate pueda accionar legalmente y llegar hasta las últimas consecuencias para sentar un precedente histórico.