El origen de la discriminación está en la necesidad de preservar un régimen heterosexual que garantice las jerarquías sexuales y las instituciones patriarcales.
La naturalización y normalización de una forma de vida, nos lleva a asumir que porque la población se adscribe mayoritariamente a ella es “normal” y, por lo tanto, es la única admisible, llevándonos automáticamente a juzgar, reprender y sancionar otras prácticas que tienen de fondo un disentimiento con lo establecido.
En estos días se realizan diversas actividades para visibilizar la situación, condición y propuestas de vida de personas que tienen una sexualidad distinta a la heterosexual. Aunque nuestro conocimiento del tema nos lleve a pensar solamente en lesbianas y homosexuales, es importante decir que, en esta población también entran todas las personas que tienen cuerpos distintos, es decir, que no encajan cien por ciento en el modelo físico de mujeres u hombres. También entran todas las personas cuyo impulso sexual está apagado como las personas asexuales; aquellas que tienen la capacidad de establecer relaciones amorosas con personas de su mismo sexo y del “opuesto”, bisexuales; las que no encajan en los modelos de apariencia impuestos según el sexo; y las que no están cómodas con sus cuerpos y buscan transformarlos incluso con cirugías.
Me gustaría poner para la discusión, creencias que circulan y que son utilizadas para cometer múltiples formas de violencias contra esta población: golpizas individuales o colectivas, violaciones correctivas, desprecio, burlas, despidos o no contratación aunque reúnan las calidades profesionales para el puesto, desconfianza a su valor como persona, entre otras.
Estos mitos, lo son, en tanto son ideas que no tienen un sustento real, a pesar de que han sido develados y explicados de manera muy profunda y práctica con cientos de estudios y
estadísticas.
Las personas lesbianas y homosexuales lo son porque sufrieron violencia sexual. Esta tesis cae con datos estadísticos: miles de personas han sido víctimas de violencia sexual y no se han “convertido” en homosexuales y lesbianas y, por el otro lado, solo un porcentaje de la población lésbica y homosexual ha sido objeto de estas
violencias.
Las personas lesbianas y homosexuales son un peligro para las y los niños que les rodean. También los datos dan cuenta de que en un 99 por ciento las niñas y niños han sido abusados por personas heterosexuales, entre ellos personas cercanas: sus propios padres, abuelos, hermanos,
etcétera.
Niñas y niños criados en hogares de lesbianas y homosexuales copiarán los patrones y tendrán las mismas prácticas sexuales. Pregunto, ¿las lesbianas y homosexuales no fueron criadas en hogares heterosexuales? Ser como son entonces, es su derecho a vivir.
En el fondo, lo que se defiende es el mantenimiento del precepto de que alguien debe mandar y alguien obedecer, pensamiento que dificulta la eliminación de la violencia.