La misión de un verdadero intelectual es la crítica y la denuncia.
Mañana 21 de junio, se cumplirán 112 años del nacimiento de Jean-Paul Sartre. En 1964 rechazó el Premio Nobel de Literatura, pues consideraba que los lazos entre el hombre y la cultura deben desarrollarse directamente, sin pasar por las instituciones del sistema. El 29 de octubre de 1945, Sartre pronunció la conferencia El existencialismo es un humanismo, punto de partida de ese movimiento.
Esta conmemoración pone en evidencia que una de las diferencias entre Francia y Guatemala es la forma de tratar a los héroes culturales. Aquí se regatean los méritos de intelectuales, artistas y escritores. En Francia, en cambio, se rinde admiración a Jean-Paul Sartre. Repudió el Premio Nobel, si bien carecía de lo necesario. En tres ocasiones le pusieron bombas por oponerse a la guerra de Argelia, lanzándolo a la calle sin miramientos.
Dotado de un lenguaje vigoroso, la hondura de su pensamiento y de su compromiso con las luchas contra toda clase de colonialismos —el político, el militar y el cultural—, lo convierten en un ejemplo de quienes buscan superar las injusticias y conquistar la libertad para todos y todas. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial fue quien más marcó su época. Cuando Sartre interpretó las realidades sociales y políticas de su tiempo, ofreció una esperanza. No era el autor que solo hablaba del vómito en La náusea. Develó el compromiso y la responsabilidad del ser humano para transformar el mundo. Enfrentó los problemas contemporáneos y se constituyó en el representante del sentir de toda una generación. El valor de su pensamiento está en comprender los acontecimientos y el devenir por medio del existencialismo, que propuso una moral diferente e informó de ciertos conceptos filosóficos a la literatura, en especial a la novela y al teatro, espacios creativos en que tomaron cuerpo las teorías sartreanas.
No es cuestión de reactualizar el existencialismo, sino recuperar el rol que debe cumplir el intelectual. Sartre asumió que la misión del intelectual es la crítica y la denuncia, en la búsqueda de nuevos valores y de una sociedad diferente. Fue un “contestatario radical” que concebía la posibilidad de inventar al hombre verdadero por medio de la liquidación de los sistemas que lo alienan para robarle la libertad. Crítico implacable del capitalismo, Jean-Paul Sartre era y continúa como un intelectual con todas las letras.