viernes , 22 noviembre 2024
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Manejo de ira, es urgente

Sí se vale enojarse, es sano. Manejar la ira no es herir ni implosionar, reprimirse o aguantar. Tampoco es lanzar la cólera hacia afuera y provocar caos.

La clave para controlar la ira es expresar activamente sentimientos y creencias.  Se logra al protegerse y poner límites a la violación de derechos. Ayuda reconocer, manejar la emoción y aceptarla sin sentir culpa, independiente de si la responsabilidad sea o no de quien se enoja.

La conducta de huida o permisiva surge cuando se experimenta un sentimiento de inferioridad, lo cual impide canalizar el enojo. Esto provoca implosión, se queda adentro y explota, las consecuencias generalmente son enfermedad física o emocional.

Cuando el sentimiento es de superioridad, se asume que la persona puede imponer sus derechos o deseos. Se arroga facultades y reacciona con conducta de combate. Explota y arrasa con quien tiene conflicto y con quien se atraviesa. Algunas veces se toma conciencia y surge culpa o arrepentimiento se vive así siempre.

Tomar conciencia del daño externo o interno de la ira, es vital para usarla de forma positiva. Expresar apropiadamente pensamientos, sentimientos y creencias, sin violar derechos, como un hábito, drena el enojo y permite establecer límites, pedir y también aceptar, el otro tiene derecho a no estar de acuerdo, no cooperar ni aceptar lo que el otro pide.

Conocer cómo se reacciona con ira es importante para expresar el coraje justificado o descontento y con mayor razón cuando el enojo no se justifica. Es importante aprender a expresar sentimientos, hacer peticiones, expresar oposición o molestia e identificar la brecha entre lo que ha sido la reacción usual y la proyectada. Expresar derechos legítimos inicia con analizar e identificarlos. Lo que se requiere es pensar antes de reaccionar.

Decir y recibir el no, es un reto y un arte. Es cómodo y ahorra energía. Expresar opiniones personales con lenguaje adecuado evita agresión o respuestas pasivas y sumisas.

Los sentimientos que provocan las conductas pasiva y sumisa son insatisfacción, frustración o culpabilidad. Se somete la persona a lo que otros deciden e, incluso, generan el hábito de victimizarse.

Las respuestas agresivas alrededor provocan humillación, violencia y al sujeto enojado culpabilidad. Desgasta las relaciones, pues las personas experimentan amenaza y violación de derechos.

Las respuestas asertivas son resultado de un buen manejo de ira. Se experimenta satisfacción propia, se fortalecen las buenas relaciones y se aumenta la comprensión de la situación. Las consecuencias son capacidad de tomar decisiones y desarrollar pensamiento crítico, lo que permite al sujeto y a sus contrapartes saberse y sentirse en control y dominio de la situación.

Se vale enojarse, pero no pegar, pensar antes de hablar. Es sano sentir ira, cura hacia dentro y limpia relaciones; un berrinche bueno, pero organizado.

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