La farmaco-vigilancia también debe denunciar los medicamentos falsificados, que se venden al menudeo.
Farmacovigilancia como herramienta que incide en la seguridad del usuario ante la toma de medicamentos. El derecho y acceso a la salud también no debe dejar afuera el aspecto de “calidad”.
El consumo de medicamentos en Guatemala es poco controlado, y a la vez, existe un enorme riesgo a la salud del paciente por optar por el consumo de medicamentos de dudosa procedencia, y lastimosamente el plato roto lo paga el ciudadano sin ningún tipo de resarcimiento. Allí sí se aplica el dicho “lo barato, sale caro”.
Es impensable que los delitos de falsificación de medicamentos sean tratados como delitos contra la propiedad intelectual. Lastimosamente con esa denominación es difícil llegar a una justicia pronta y cumplida, sobre todo, al ciudadano afectado por la estafa del medicamento, o bien, la mala conservación del mismo. Estos delitos también deberían ser catalogados como delitos contra la vida.
Sin embargo, en nuestra Constitución, en los artículos 94, 95 y 96 relativos a la preservación de la calidad de los productos alimenticios, farmacéuticos, químicos y todos aquellos que puedan afectar la salud y bienestar de los habitantes, tiene un reglamento especializado a la farmacovigilancia, el Acuerdo Gubernativo 712-99, el cual indica que es competencia del Ministerio de Salud Pública, la regularización del registro sanitario de los medicamentos. No obstante, en la actualidad solo se percibe el trabajo administrativo, más no así de sanción, vigilancia o monitoreo, a pesar que tuvo un fuerte impulso desde su creación que nació gracias al acuerdo gubernativo.
Sus otros impulsos fueron en el 2001 cuando Guatemala fue miembro de la Red Latinoamericana de Farmacovigilancia, y hasta 2002 cuando Guatemala fue aceptado como el país número 69 del programa de monitoreo de medicamentos de la Organización Mundial de la Salud. Lastimosamente, esa llama se ha ido apagando, conforme los procesos se vuelven monótonos, inclusive hay una huella digital de lo que pretendió ser una farmacovigilancia activa en la red social Facebook.
Guatemala es un país complejo, donde no se sanciona la falsificación de medicamentos como debería ser, volviéndose “archivos en el limbo judicial”, inclusive es lamentable que nada se puede hacer para las personas que han sido víctimas de estafa, por un medicamento milagroso que cura “ de todo”, cuando es un mercado mercenario, quienes aún se aprovechan de la población poco informada y en su mayoría analfabeta, traduciéndolo como nicho de mercado para hacer negocio a costa de la salud y buena fe de los ciudadanos.
La farmacovigilancia también debe denunciar los medicamentos falsificados, que se venden al menudeo en las tiendas, mercados, en la calle, sin ningún control, debe incluirse en sus reformas para que sea un canal efectivo de doble vía.