Las dietistas-nutricionistas participaron en el evento Cuídate Plus para hablar sobre etiquetado de alimentos.
Alimentos “light”, “integrales”, “0 % materia grasa, “sin azúcares añadidos”: ¿cómo se interpreta esta información y la que figura en el etiquetado de los alimentos? ¿Podemos fiarnos de la publicidad “saludable”? Este fue el reto al que nos enfrentamos tres nutricionistas de la Universidad de Navarra, Susana Santiago, Iosune Zubieta y Elena Gascón, durante dos intensos días en un estand sobre etiquetado.
Muchos de los asistentes reconocían que no solían leer el etiquetado por falta de tiempo. Quienes sí lo hacían, afirmaban no estar seguros de cómo interpretarlo. Como especialistas queremos resaltar la importancia de que la población aprenda a leer lo que come. Si queremos hacer una compra sana, segura y responsable, no hay que fijarse solo en la publicidad o en los mensajes saludables, sino valorar el alimento en su conjunto.
Debemos prestar especial atención a las kilocalorías (kcal), las grasas, los azúcares y la sal. La proporción de estos figura obligatoriamente por cada 100 g, o 100 ml de alimento. Pero cuidado al mirar las porciones que indica el fabricante porque nuestro consumo real podría ser mucho mayor (aunque la información de una ración de papas fritas se refiera a una porción de 30 g, lo habitual es comerse la bolsa entera de 55 g).
Además, es fundamental leer el listado de ingredientes, el cual siempre aparece en orden decreciente. Fíjate en el tipo de aceites o grasas que se emplean (oliva, girasol, palma, coco…). Cabe destacar que el aceite de palma ha sido una de las cuestiones más recurrentes en nuestro estand… La legislación española exige, desde diciembre de 2016, que se señale la procedencia de los aceites y grasas vegetales que se emplean. Esto permite vigilar el contenido en grasa (sobre todo saturada) y el tipo de aceites que incluye el producto. En el listado de ingredientes también podemos comprobar si hay azúcares añadidos por el fabricante (azúcar, dextrosa, jarabe de glucosa, fructosa…), además de los que puede haber de forma natural en algunos alimentos, como zumos de fruta o lácteos.
También resulta imprescindible revisar los ingredientes a la hora de elegir alimentos integrales y no mirar solo la fibra, el color oscuro o los mensajes tipo “5 cereales” o “de semillas”. Debemos cerciorarnos de que el ingrediente principal es harina o cereal integral, o bien si es harina refinada a la que se le añade salvado simplemente para darle un color oscuro que recuerde al pan integral.