Sabemos que las decisiones de corto plazo generan problemas de largo plazo.
Las capacidades propuestas en 1997 por David Teece, Gary Pisano, y Amy Shuen, se refieren a la capacidad de una organización de adaptar su base de recursos para anticiparse o adaptarse a los cambios. Ellos proponían que para poseer estas capacidades dinámicas, una empresa debía exhibir agilidad organizacional y haber generado capacidad de aprender rápido de manera cíclica (lo que se logra mediante experimentación), además de aprender a identificar puntos ciegos y reconocer actividades disfuncionales. También, la empresa debía generar nuevos activos estratégicos e integrarlos en un sistema diseñado para incorporar retroalimentación de usuarios en procesos internos. Todo lo anterior –activos intangibles– son resultados que se obtienen al instalar capacidades de innovación: anticipación, capacidad de aprendizaje rápido mediante experimentación constante con usuarios, identificación y creación de nuevos activos tangibles e intangibles. En resumen, se entraría en un círculo virtuoso.
Ahora… lo paradigmático es que si una empresa se hubiese focalizado en el desarrollo de los activos intangibles al momento en que las tecnologías digitales entraron en nuestra vida de manera más común (finales de la década de los 90), hoy no tendrían que invertir en “transformación” digital. Mucho de esto ha resultado de basar las decisiones de inversión con criterios de costo y eficiencia de corto plazo.
Sabemos que decisiones de corto plazo generan problemas de largo plazo. De nuevo, la transformación digital es necesaria, pero como un esfuerzo adicional al mayor de generar la capacidad de responder de manera autónoma a nuevos desafíos: aprender y accionar en ambientes de alta incertidumbre, riesgo y ambigüedad que se generan, en gran parte, por cambios fuera de la visión organizacional. En otras palabras, para una empresa innovadora y con capacidades dinámicas, la transformación digital es el resultado natural de un camino creado para responder a nuevos desafíos.
No sucede lo mismo con aquellas focalizadas excesivamente en eficiencia y resultados de corto plazo. Hay que ser ambidiestro, y saber explotar el negocio actual y explorar los posibles futuros al mismo tiempo. Ese es el desafío para realmente lograr una “transformación” digital.