El vacío dejado por tan dignos catedráticos fue ocupado, en un alto porcentaje, por siniestros personajes.
La universidad estatal, en el pasado, modelo de la enseñanza superior en Guatemala, ha pasado a ser para unos un antro donde se manejan las transacciones más oscuras. La politiquería, entendida como el control de la administración para beneficios sectarios, se ha enquistado en ella y no es algo nuevo, tal problema se ha venido gestando desde los 80, teniendo en los actuales momentos su punto más alto.
Tras la derrota militar de los sectores revolucionarios, a través de guerra sucia y los planes de contrainsurgencia impulsados por el Ejército de Guatemala, muchos fueron los sectores afectados en el país, entre estos los intelectuales progresistas. Académicos que, por no pensar igual al poder económico y dictadores de turno, fueron asesinados y desaparecidos junto con obreros y estudiantes; muchos de estos, profesores de la Universidad de San Carlos, institución comprometida, en ese entonces, con los sectores populares.
Alumnos, docentes, trabajadores de la Universidad de San Carlos, pagaron el precio de tal represión. De ahí que algunas de las unidades académicas fueron diezmadas, como consecuencia, el nivel académico fue directamente afectando y con ello los procesos de enseñanza-aprendizaje, investigación y extensión de la universidad.
El vacío dejado por tan dignos catedráticos fue ocupado, en un alto porcentaje, por siniestros personajes que instrumentalizando a la razón, antepusieron la politiquería a la academia.
Para estos, el poder hacer es sustituido por el poder sobre, donde el mandar es lo importante, y la coordinación horizontal por el caudillismo vertical.
Es claro que los intereses de estas personas no estaban ni están en engrandecer la academia, en fortalecer el pensamiento crítico, en formar profesionales capacitados con espíritu de servicio para la comunidad.
Paulatinamente los oportunistas ocuparon los espacios que antes les correspondieron a los académicos, anteponiendo la sumisión servil al intelecto reflexivo y crítico. Dividiendo, mintiendo, corrompiendo, comprando voluntades se hicieron del poder para nefastos intereses sectarios en detrimento del ejercicio crítico de la academia. Reclutando a las personas que mejor se ajustaban a sus intereses.