Debido a que se encontraba en peligro y con el fin de garantizar su conservación, por ser considerado un tesoro milenario, las autoridades de Costa Rica accionaron para rescatar un petroglifo.
Los arqueólogos del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) fueron los encargados del traslado de esa reliquia milenaria para alejarla de la amenaza de los huaqueros (saqueadores de yacimientos arqueológicos).
En un reportaje publicado en el matutino tico, La Nación, se indica que la piedra, con un grabado de un colibrí, fue localizada en el complejo arqueológico El Blanco, dentro del proyecto geotérmico Las Pailas II, en Curubandé de Liberia, Guanacaste.
¿Qué es?
Un petroglifo o petrograbado es una imagen tallada sobre una superficie rocosa que responde a la iconografía propia de la cultura, explican los expertos en la materia, consultados por el diario citado.
En este caso, esa pieza pudo haber sido elaborada entre los años 300 y 800 después de Cristo.
El traslado se hizo por una alerta de la arqueóloga Ana Cristina Hernández, quien detectó indicios de huaquerismo en los cementerios precolombinos alrededor del río Blanco, donde se hallaba esta pieza.
Según Arturo Hernández, arqueólogo del proyecto geotérmico Pailas y Borinquen del ICE, ese tesoro mide unos 50 centímetros de diámetro y eso lo ponía en riesgo de robo.
Grabado de colibrí
El petroglifo se encontraba en un cementerio cercano a tres sitios de tipo funerario, en las márgenes del río Blanco, en Guanacaste. De hecho, la mayoría de los petrograbados hallados allí están localizados cerca de fuentes de agua. Por ello, los arqueólogos creen que esta pieza forma parte del mismo sitio funerario El Blanco, cuya extensión es de 120 metros cuadrados.
Geográficamente, el complejo arqueológico pertenece a la Gran Nicoya y temporalmente al período Bagaces, que se extiende entre los años 300 y 800 después de Cristo. Este ciclo se caracteriza por asentamientos agrícolas que muestran un alto grado de especialización artesanal y rituales funerarios.
“Posiblemente, el petroglifo haya tenido una función asociada a ritos funerarios o aspectos ceremoniales”, comentó Hernández.
La arqueóloga María Gabriela Zeledón, en su tesis para optar al grado de licenciatura en la Universidad de Costa Rica, describe el diseño del petroglifo como un colibrí, el cual es una figura relevante en la mitología indígena, ya que se le relaciona con la fecundidad.
“Un aspecto negativo y que perjudica la posible interpretación del petrograbado es que no se encuentra en su posición in situ. Se observó daños en la roca como fracturas provocadas por la acción humana, por lo que cambia la posible interpretación de los signos representados en el grabado”, aclaró Zeledón en su tesis.
Coordinación
El traslado fue coordinado con el Museo Nacional, y ahora el ICE custodiará el objeto dentro de sus instalaciones. Para ello, este se depositó en una estructura de concreto que evitará su degradación por causa de factores ambientales como temperatura y humedad.
“Donde estaba anteriormente se exponía al sol y la lluvia. De haber seguido así, poco a poco, la piedra se iría deteriorando y el diseño desaparecería”, manifestó Hernández.
Adicional a la reubicación, el ICE colocó cercas de alambre para resguardar cuatro zonas en Rincón de la Vieja, Colorado, Las Pailas y Las Tecas, las cuales fueron identificadas como sensibles al saqueo.