Todo cuanto hacemos en la vida moderna está conectado a Internet y va dejando una huella digital.
Cuántas horas de Internet consume a diario? ¿Dónde lo utiliza? ¿Usa tarjetas de crédito o débito para realizar sus compras, pagar consumos, viajes, entretenimiento, medicinas o hacer compras por la red? Si usted hace todo esto y más, seguramente posee desde hace tiempo una identidad digital, aun sin habérselo propuesto, y sin su consentimiento.
Cuando usted saca dinero de un cajero automático o inserta su tarjeta por la ranura de una caja registradora, está siendo procesada una considerable cantidad de datos sobre su persona. Algunos supermercados incluso han instalado un dispositivo para registrar su firma analógica y convertirla en una huella digital.
La identidad digital es el conjunto de características suyas que reflejan su personalidad individual a través de todas sus acciones de compra, diversión, trabajo, estudio, que a diario realiza. Todo cuanto hacemos en la vida moderna está conectado a Internet y va dejando, lo que los expertos denominan una huella digital.
Esta huella permite el seguimiento y rastreo nuestro, de nuestros hábitos, comportamientos, opiniones, sentimientos y un sinfín de características que nos identifican.
Los programas que vemos, los sitios web que visitamos, las cámaras instaladas en nuestra computadora, nuestros teléfonos móviles, nuestras tabletas, en fin, todo lo que puede conectarnos a la supertelaraña digital constituye el mecanismo más ágil, sofisticado y eficiente para generarnos una identidad. En este momento es posible que hasta tengan el IP de su computadora y puedan rastrearlo para diversos propósitos.
¿Se ha preguntado usted, dónde averiguaron sus datos personales, tales como correo electrónico, número de teléfono, lugar de trabajo y sitios de entretenimiento? La respuesta es muy fácil.
Todos sus actos mediados por la red dejan huella y van conformando sofisticadas y vigorosas bases de datos, en las que usted, si bien es cierto, es un número más, en cualquier momento pueden identificarlo. No se pregunte dónde consiguieron su número esas molestas personas que a diario le llaman para tratar de venderle algún producto o servicio.
Las grandes compañías que venden cualquier cosa, hasta las instituciones de control social, investigación criminal, empresas de mercadeo, entre otras, compran estas bases de datos denominadas en lenguaje cibernético como big data, con el propósito de ubicarnos y ejercer control sobre nosotros. Incluso, el inocente Waze que utiliza para guiarse en transitadas carreteras del mundo es una de esas redes mundiales que permite saber dónde se ubica usted, hacia dónde va, en cuánto tiempo llegará a su destino.
Con sus luces y sombras, la era digital ofrece grandes posibilidades de hacernos más placentera, cómoda y llevadera nuestra rutina diaria.
Sin embargo, debemos tener presente que cada paso que damos en el mundo virtual puede ser rastreado y usado en contra nuestra. Claro que, como dice el refrán, el que limpio se encuentra, ni de jabón necesita.