Merecemos tener honestidad, transparencia y credibilidad en la propuesta.
“El propósito fundamental de las redes político-económicas ilícitas ha sido siempre el de capturar al Estado”, (@CICIGgt). Ese tuit leído la semana pasada, me lleva a reflexionar sobre el mismo tema anterior y ampliar mi opinión en cuanto a la existencia, presencia y participación de esas organizaciones viciadas, corruptas que han llegado al escenario electoral como una fachada para aquellos coptadores del recurso del Estado, robando el poco dinero que tienen asignados los ministerios y las municipalidades para el desarrollo de las comunidades, que por historia siguen en estado de abandono.
En la entrega anterior proponía la existencia de tres partidos políticos, de izquierda, centro y derecha, uno por filosofía política (si es que la hay), no más. Respeto la opinión de los que piensan que por lo menos deberían de ser 5 o 6. También es bueno, pero no necesario porque los nichos serían los mismos y lo único que se lograría sería el divisionismo de los izquierdistas, derechistas o centristas. Lo decía Nicolás Maquiavelo: “Divide y vencerás o divide y conquistarás”. La proliferación de partidos políticos favorece a los estrategas malvados que aprovechan esas debilidades para limpiar el camino, llegar con facilidad al poder y continuar con la tarea de lo que decía la CICIG en Twitter.
Es por esa y muchas razones, harto conocidas, que ahora que se conoce de la buena intención de la depuración de partidos políticos, la reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, podríamos tener para junio de 2019 nuevas organizaciones, inicialmente sanas, nuevos rostros, campañas transparentes, sin ventaja económica de unos contra los otros, las mismas menciones mediáticas para los competidores y lo más importante, la auditoría fiscal y social, que permitiría conocer a los financistas para conocer el destino de esos recursos, que por competencia de poder, clientelismo, tráfico de influencia y robo al Estado, han llegado de fuentes cuestionables.
Probablemente es pedir mucho, pero considero que los guatemaltecos ya merecemos tener honestidad, transparencia y credibilidad en la propuesta, participación y elección final de nuestras autoridades en los tres Poderes, porque a mi criterio, también deberían de elegirse en contienda política a las autoridades judiciales, por supuesto, habría que revisar la Constitución Política, establecer reglas de juego, términos de referencia y metodología, para no dejar en manos de un pequeño grupo sin representatividad la decisión de jueces y magistrados, a cuenta de que, si ese también es un organismo de Estado.
Por lo menos el Tribunal Supremo Electoral, como institución, ya demostró que si se puede tener un control estricto en la inscripción, promulgación de partidos políticos y su propaganda como institución para sus propuestas a los distintos cargos de elección. Ese ya es un buen paso, el siguiente sería la conciencia electoral de la ciudadanía, trabajar para que todo se concentre en tres propuestas y que los ganadores tengan una verdadera representatividad, ganen con un buen número de votos y, lo más importante, que el ausentismo quede en la historia democrática de Guatemala.