Dicha acción es una forma de demostrar que como población no estamos de acuerdo en ceder nuestro patrimonio y calles a los grupos delictivos.
Durante el recorrido que hacemos por las calles que nos llevan a nuestro destino laboral o residencial, vemos con frecuencia cómo las paredes de locales comerciales, perímetros de empresas, casas, postes y puertas han sido degradados con dibujos hechos en pintura de aerosol.
En este punto, quiero aclarar que existen casos en los que se realizan muestras de arte con ese tipo de pintura, con el respectivo consentimiento del propietario del bien inmueble o con el permiso municipal respectivo; sin embargo, en el caso de lugares como la ciudad de Guatemala, que es por donde más he transitado en mi cotidianidad, no son precisamente diseños de arte lo que podemos apreciar.
Me decía un piloto de taxi la semana pasada que, cuando hacía su recorrido, no había espacio donde no se viera algún grafiti que representara a los grupos de las llamadas pandillas. Y ciertamente es algo de todos los días, pero las palabras de aquel señor me hicieron ver de forma detenida los bienes a mi paso y entonces me di cuenta que estamos abarrotados de ese tipo de simbología.
En la actualidad, no se contempla dentro de la legislación guatemalteca, como un delito o falta, las pintas o grafitis que provienen de las pandillas de forma específica, solo existe el delito de daños a la propiedad privada. Al respecto, es de recordar que las pandillas utilizan este tipo de pintas para consolidar su soberanía en determinados territorios.
Por otro lado, borrar los símbolos o dibujos que dejan esos grupos al margen de la ley podría no significar mayor acción, sin embargo es una forma de demostrar que como población no estamos de acuerdo en ceder nuestra propiedad a ningún grupo delincuencial.
Se conoce de diversos proyectos, desde la Policía Nacional Civil, en los que junto con los vecinos de diferentes colonias se han dado a la tarea de pintar las paredes donde se encontraban los grafitis, lo que puede convertirse a largo plazo, en una de tantas formas que logren alejar a los niños de dichos grupos delictivos. En ese sentido, es importante que la autoridad local no se quede fuera de esta tarea.
Hay iniciativas en otros países como El Salvador, que viven una situación similar con las pandillas, que también se han dado a la tarea de unir importantes esfuerzos entre instituciones de seguridad pública, estudiantes y vecinos para borrar los grafitis de las pandillas, como una forma simbólica de rechazar la cultura de violencia que afecta a nuestro entorno social.