Desde niño he considerado a la saga Star Wars como un fenómeno pop altamente sobrevalorado. En pocas palabras, no soy fraile de la fuerza, como se les conoce a los seguidores de ese fenómeno. Pero Rogue One es LA película que no se debe perder, es la cinta que de verdad vale la pena. La trama, el guion, los recursos visuales y las actuaciones realmente valen la pena. En pocas palabras, se la pusieron difícil a las historias que quedan por estrenar, como la nueva trilogía y el filme dedicado a Han Solo (aunque contar con la actuación de Woody Harrelson, quien personificará al mentor de Solo, se la pone fácil).
De la cinta, lo único que llega a desesperar es la música. Además de ser demasiada incidental, no es esa banda sonora que uno quisiera escuchar en otra ocasión. No es como la de Inception o la de Life Aquatic que uno puede acudir a ellas mientras trabaja o en medio del tráfico. Y no, no es de John Williams, estuvo a cargo de Michael Giacchino. Aunque ya ganó un Oscar por su trabajo en UP, todo indica que no tuvo el tiempo adecuado para realizar un soundtrack decente.
La tensión y los diálogos van en aumento en esta cinta. Las actuaciones de Mads Mikkelsen y Ben Mendelsohn representan un deleite como pocos en ese universo muy, muy lejano. Sin olvidar a Diego Luna, rebelde y segundo al mando de un escuadrón que es una fiesta a la diversidad, héroes de todas las razas van a salvarnos del imperio, en un verdadero ejemplo de trabajo en equipo. Finalmente, la perla de la corona es Felicity Jones. Su personaje, el principal de la historia, es un chivo expiatorio anunciado que realiza un viaje de redención interna antes de que le llegue su hora de juicio, de la que solo el espectador es testigo. En silencio la acompañamos en una producción bárbara. Vale la pena pagar por verla en el cine.
La película también es un éxito por la convergencia de actuaciones y la aparición de K2SO. Un robot con una personalidad apabullante, como pocos en la historia cinematográfica. Su encanto es superior al de R2D2 y al de C3PO. Quizá suene a exageración, pero realmente es formidablel que Alan Tudyk, el actor que prestó la voz, nos haga creer que puede existir un ser así.
Tome en cuenta que esta no es una cinta que abuse de los efectos especiales, pero cuando lo hace, es un deleite visual. Y por fin justifican el punto débil de la Death Star, ¡al fin, y de la manera más elegante y sesuda! La facilidad con que puede ser destruida una maquinaria tan compleja y masiva fue durante años un insulto para los seguidores del cine de ciencia ficción. Con la justificación que le dan en esta película resignifican ese punto débil y lo convierten en un legado más que formidable.
Rogue One es un monumento al estoicismo y por ello la coloco sobre las seis cintas anteriores. Una historia en la que el heroísmo es anónimo y, cual tragedia griega, quedará en los anales cinematográficos de una galaxia muy, muy lejana.