Nacieron con tres años de diferencia, conquistaron Sudamérica y hace pocos meses vivían en la misma ciudad, pero Tite y Edgardo Bauza llegarán el jueves a Belo Horizonte por rutas distintas: uno como el héroe que rescató a Brasil y el otro con Argentina en cuidados intensivos.
Cuando el idolatrado técnico del Corinthians y el nuevo entrenador argentino del Sao Paulo se enfrentaron en febrero, ambos sabían que volverían a verse. Lo que nadie imaginaba entonces es que este año frenético los citaría en el clásico sudamericano.
Muy rápido
Después de meses de rumores y negativas, Tite asumió en junio el mando de un Brasil que había perdido el alma en sus fracasos, y en octubre ya era líder del premundial.
A los 55 años, la gloria internacional que ya conoció cuando llevó al Corinthians a ganar la Libertadores, el Mundial de Clubes y la Recopa Sudamericana (2012-2013) lo volvía a encontrar, ahora en el banco de la Selección, el mismo que se le había escapado 2 años antes, cuando Dunga le ganó el puesto luego del desastre del Mundial 2014.
De trato afable, pero con el carácter ardiente de los líderes, este exvotante, al que las lesiones lo llevaron de los gramados a la universidad de Educación Física, respondió al desprecio alargando su llegada anunciada a una canarinha.
“Adjetivos como transparencia, excelencia y modernidad son mi forma de pensar y lo que traigo al futbol”, aseguró en su presentación.
De su mano, Brasil se sacudió la vergüenza y, como si le hubieran abierto la celda donde purgó dos años horribles, volvió a respirar.
En la tormenta
Bauza, por su parte, llega a Belo Horizonte con el sueño convulso. A este militante del optimismo y artesano de lo posible poco le importó no ser la primera, ni la segunda opción de la AFA para sustituir en julio a Gerardo Martino.
El puesto ya era suyo y la Selección no es un tren que se pueda dejar escapar.
Con el mismo tesón con el que condujo al Liga de Quito (2008) y al San Lorenzo (2014) a ganar por primera vez la Copa Libertadores, el hasta entonces entrenador del Sao Paulo se lanzó a recuperar a una albiceleste todavía conmocionada por el tercer título perdido en 2 años.
“Me siento en el centro de la tormenta, y es normal que yo sea el mayor responsable”, reivindicó Bauza en una de las reiteradas defensas a sus futbolistas.
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