El 31 de enero de este año, la BBC Magazine publicó una (sarcástica) entrevista al periodista norteamericano P J O´Rourke, destaca en ella los ardides de los políticos (http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/01/160125_elecciones_eeuu_2016_orourke_vs); él anuncia una concurrencia muy baja a las urnas. Los recientes sondeos pueden hacer coincidir este vaticinio. La representatividad estaría en juego y la credibilidad de quien gane con ella, en algo también. Sin embargo, esa instancia de los Cuerpos Electorales es la que se impone e imputa los resultados finales. Ya se vio con los comicios del año 2000 cuando el más votado fue Al Gore, pero el elegido fue el otro.
En este proceso destaca también el uso y abuso de uno de los contendientes al pronunciar discursos llenos de embustes. El término, nos ilustra el diccionario, significa “mentira disfrazada con artificios”. La gente, no obstante, quiere creer. Anhela depositar su confianza en el conductor de sus sueños, en el coadyuvante en la materialización de las expectativas colectivas. Los cambios se producirán, ahora sí… hay quien los conduzca. Tal es el nutriente de los confiados ciudadanos en su dirigencia política. Los análisis se diluyen entre las consideraciones de una buena y una mala política. No obstante, los problemas están allí, latentes.
En unas horas, luego del cierre de los centros de votación, la nación más poderosa del mundo contemporáneo sabrá quién la gobernará durante los próximos 4 años a partir del 20 de enero de 2017. Gane quien gane, los temas fundamentales estarán presentes: el cambio climático, las conflagraciones en el Oriente y el Lejano Oriente, las olas de migrantes intentando escapar al horror de sus propios países, los índices de desempleo, la crisis financiera, el endeudamiento, la carrera armamentista, el afán hegemónico global.
Cuando concluya la parafernalia del proceso electoral, será como una resaca colectiva, al despertar “el dinosaurio estará allí”. De pronto, las sonrisas victoriosas dejarán de estar en la atención de los reflectores y las miradas se perderán en el vacío de las angustias, pues el quehacer político no es, no ha sido y no será suficiente para emprender los cambios esperados. Habrá frustración creciente, luego el ambiente se inundará de promociones y descuentos navideños y todo volverá a ser igual. Elecciones, lecciones (pasajeras) y frustración en aumento.
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