Los productores de arroz del país impulsan un plan para aumentar la productividad del sector en los próximos dos años, motivados por el comienzo de la desgravación arancelaria del grano procedente de Estados Unidos.
Mario Solórzano, presidente de la Asociación Guatemalteca del Arroz, indicó que el gremio está dispuesto a invertir en tecnología agrícola y apoyar a los agricultores para tecnificarse, con el objetivo de enfrentar el cambio climático, que les ha ocasionado pérdidas de hasta el 15 por ciento de la cosecha.
Esta iniciativa no solo se está emprendiendo en Guatemala, sino que se está expandiendo a la región, manifestó Ulises Espinoza, presidente de la Federación Centroamericana de Arroz.
“El sector no quiere perder mercado y competitividad frente a un producto extranjero que ingresará cada año a un precio cada vez más barato en relación con el que se produce en el Istmo”, subrayó Espinoza.
Compras
Solórzano explicó que, debido al déficit que tiene el sector en la producción, para el próximo año prevén que la importación se incremente 5 por ciento, puesto que la cosecha tendrá una baja de 15 por ciento respecto de los 700 mil quintales que produjeron en 2015.
Según del Banco de Guatemala, las compras de este alimento representaron US $22 millones 319 mil 800 (Q167 millones 398 mil), dejando por debajo los US $58 mil 800 millones que significaron las exportaciones hasta agosto.
Las importaciones de EE. UU. ascienden a 30 mil toneladas al año.
Piden más calidad
Representantes de la Federación Centroamericana de Arroz pidieron a Estados Unidos elevar la calidad del producto que comercializa con la región, para minimizar sus pérdidas, dijo Ulises Espinoza, presidente de esta gremial.
De acuerdo con el empresario, la industria compra grano con cáscara; es decir, la materia prima que utilizan para elaborar el producto que se comercializa en mercados y supermercados.
A ese respecto, Todd Drennan, consejero agrícola del Departamento de Agricultura del país norteamericano, explicó que la calidad del grano depende en gran medida del contrato que firman los empresarios con sus homólogos estadounidenses, que está en función del precio.
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