Ludwig van Beethoven, Franz Schubert, Johannes Brahms, la dinastía de los Strauss y otros grandes compositores vivieron sin saber que un día iban a ser vecinos en la eternidad. Sus sepulcros fueron pensados para hacer atractivo al público el Zentralfriedhof, Cementerio Central de Viena.
Residentes de honor
“Las tumbas de honor son parte de la historia cultural de Viena. Es una gran distinción que da la ciudad más allá de la muerte a personalidades de la vida pública”, explica en la página oficial del camposanto.
Tras morir en 1827, Beethoven fue enterrado en el cementerio vienés de Währing, en esa época un pequeño pueblo y hoy un barrio de la capital. Sin embargo, las autoridades municipales lo exhumaron y lo volvieron a sepultar en 1888 en el Zentralfriedhof, inaugurado 14 años antes.
Un parque atractivo
En sus inicios, la necrópolis desató protestas y controversias, tanto por la gran distancia que había que recorrer para llegar a él, como porque se determinó que iba a albergar enterramientos de las más diversas confesiones. Frente a ese malestar, las autoridades tuvieron la idea de hacer más atractivo el parque, al llevar los restos de celebridades veneradas por los vieneses, y los grandes compositores eran los más populares.
No pudieron hacerlo con Wolfgang Amadeus Mozart, pues murió pobre en 1791 y fue enterrado en una fosa común sin ataúd, por lo que casi un siglo después fue imposible identificar sus huesos. Como no era concebible que faltara semejante genio en el Zentralfriedhof, se optó por erigir un monumento al compositor de La flauta mágica en el centro del grupo de sepulturas 32C, el de los músicos.
No solo compositores
Los sepulcros de honor se convirtieron en un éxito y son una tradición muy valorada. Se mantiene, incluso, la costumbre de traer los restos de quienes no murieron en Viena. Actualmente hay más de un millar reunido en diferentes grupos. Destacan el escritor Arthur Schnitzler o el padre de la logoterapia, Viktor Frankl. Asimismo, el músico de jazz Joe Zawinul o los compositores de vanguardia Ernst Krenkek y György Ligeti, conocido entre el gran público por la música de 2001: a space oddyssey.
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