Los ciudadanos de la Unión Europea (UE) pasaron al horario de invierno en la madrugada de ayer, como lo hacen el último domingo de octubre de cada año, según lo establecido en una directiva comunitaria por lo cual el día de ayer duró 25 horas de forma oficial.
En España, el cambio se produjo con voces en contra, como en las islas Baleares y la Comunidad Valenciana, que pidieron mantener el horario de verano porque tendría beneficios económicos y sociales.
Las dos comunidades señalaron como aspectos positivos la posibilidad de llevar a cabo actividades al aire libre, un aumento de ventas para el pequeño y mediano comercio; el ahorro energético y la desestacionalización turística.
Con el cambio del domingo, tres Estados miembros de la UE (el Reino Unido, Irlanda y Portugal) regresaron al horario GMT.
En tanto, España, Austria, Bélgica, la República Checa, Dinamarca, Francia, Alemania, Hungría, Italia, Luxemburgo, Malta, Polonia, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Suecia y Holanda situaron sus relojes en GMT+1.
Bulgaria, Chipre, Estonia, Finlandia, Grecia, Letonia, Lituania y Rumanía colocaron su hora en GMT+2.
La modificación horaria se produce dos veces al año, en cumplimiento de la normativa comunitaria bajo criterios de ahorro energético.
La finalidad es adecuar las horas de luz natural a la actividad cotidiana y tiene su origen en la primera crisis del petróleo.
En 1974, algunos países decidieron adelantar sus relojes durante el período estival para disminuir su dependencia eléctrica, con el consecuente reequilibrio del horario en invierno.
La idea del aprovechamiento de la luz natural fue sugerida por primera vez en el siglo XVIII, por el científico y diplomático estadounidense Benjamín Franklin. Su propuesta buscaba entonces reducir el consumo de velas.
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