Se trata de educar a las mujeres para ser mujeres plenas y de educar a los hombres para ser hombres plenos.
No eliminaremos el machismo hasta que eduquemos a nuestras hijas de la misma forma que educamos a nuestros hijos”. Algo así decía la frase. La leí un par de días atrás en redes sociales, precisamente en el ínterin entre el nacimiento del hijo de un colega y la hija de otro, también en esos días, coincidió una intensa discusión académica (y funcional) sobre la igualdad de género.
Pareciera que el gender mainstreaming es cuestión de moda únicamente, de ser “políticamente correcto” solo con mencionar el tema en una disertación, bajo la aclaración de que “lo incluyo (únicamente) porque la directora del curso me lo pidió”, como lo he observado en recientes días. Y es tan solo una de las muchas manifestaciones en que la resistencia a la verdadera discusión de género se expresa, sin hablar de educación, de empleo, de cultura y prácticas sociales.
El concepto de género se refiere fundamentalmente a las características adquiridas por hombres y mujeres a través de la socialización, es por tanto, la construcción cultural que hacen las sociedades de la diferencia sexual y la valoración de tales diferencias (asimetrías). Desde esta perspectiva, el género se refiere al conjunto de prácticas, formas de comportamiento e ideas que son elaboradas socialmente en relación con el hecho de ser “mujer” u “hombre”.
Cada sociedad define los atributos, roles y relaciones sociales entre mujeres y hombres. Los procesos que intervienen en la construcción de género incluyen la identidad, el aprendizaje de roles, tipificación de género, y la formación de esquemas estereotipados.
La identidad de género se refiere a la conceptualización de uno mismo como varón o mujer; los roles de género son el conjunto de conductas y actitudes consideradas apropiadas para hombres o para mujeres en una determinada cultura, mientras que la tipificación de género es el grado de conformidad personal con respecto a los roles prescritos. Por último, los estereotipos representan las características (rasgos, conductas, actitudes, valores y normas) que generalmente se piensa que son típicas (y esperables) en hombres y en mujeres.
La teoría de género se ha preocupado por todas estas cuestiones, yo personalmente no me considero una experta, pero sí estoy convencida que alguien tiene que traer el tema a discusión. A una verdadera discusión. Y a veces nos toca ser esa persona; sin embargo, mi crítica o más bien preocupación en torno a la teoría de género, es que se ha convertido en un argumento circular que muy fácilmente puede ser utilizado (y lo es) para reforzar las conductas machistas.
Más allá de la teoría, es en la praxis en la que realmente está el debate y la discusión. Beatrix y Omar son los recién nacidos, y desde ya sus oportunidades son muy diferentes.
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