Latinoamérica llegará a la XXV Cumbre Iberoamericana envuelta en tensiones internas, como las crisis en Venezuela y Brasil, la difícil situación económica en El Salvador y la incertidumbre en el país anfitrión por el rechazo popular al proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Bajo el lema Juventud, Emprendimiento y Educación, los líderes iberoamericanos se reunirán en Cartagena de Indias el 28 y 29 de octubre y adoptarán la Declaración de Cartagena, el Programa de Acción y el Pacto Iberoamericano por las Juventudes.
Sin embargo, el panorama de los países de la región no es el más alentador, comenzando por Colombia, que vive una incertidumbre política por el rechazo en el plebiscito del 2 de octubre al acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC, que ha contado desde el principio con el apoyo de la comunidad internacional.
Más delicada es la situación de Venezuela, que arrastra una crisis agudizada por el enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Parlamento, de mayoría opositora, que busca la manera de hacer el referendo revocatorio del mandato del presidente Nicolás Maduro.
Precisamente en las fechas en que se realizará la cumbre se llevará a cabo la recolección de las firmas, que se requieren para activar ese mecanismo.
Con una inflación por encima del 180 por ciento, con la que cerró el año pasado, la economía venezolana se ha visto fuertemente afectada por la caída en los precios del petróleo, lo que ha agravado una crisis social que se manifiesta en la escasez de alimentos y medicinas.
Brasil también afronta una fuerte crisis en la economía, que en 2015 cayó un 3.8 por ciento y se prevé que este año pierda un 3 por ciento. Además, el gigante sudamericano está dividido por la reciente destitución de Dilma Rousseff en un proceso legislativo que desembocó en la llegada a la Presidencia de Michel Temer.
En el Istmo
La economía también es un problema para El Salvador, que corre el riesgo de caer en un cese de pagos de su deuda a corto plazo, si el Congreso no aprueba la emisión de US $1 mil 200 millones (Q9 mil millones), lo que se suma a la ya complicada situación de violencia e inseguridad.
Con problemas similares acudirá a la cumbre México, agobiado por la violencia del narcotráfico y que, al igual que la mayoría de los latinoamericanos, enfrenta dificultades por la caída de los precios internacionales del crudo.
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