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Revolución del 44

Son las ideas las que marcan el curso de la historia.

Ya han pasado 72 años de la Revolución del 44 y de los logros alcanzados durante ese período, que se ha llamado La primavera democrática de Guatemala, queda muy poco. Quizás, lo que aún permanece sean los recuerdos de tan importante gesta histórica. Sin embargo, las nuevas generaciones poco o nada saben de lo sucedido, el sistema se ha encargado de intentar borrar esos hechos.

De recuerdos no se vive y es importante reflexionar sobre lo acontecido. ¿Qué sucedió en ese breve momento histórico? ¿Por qué actualmente el panorama es sombrío y desalentador? ¿Por qué no fue posible defender un proceso que de seguir, hubiera transformado social, económica y humanamente al país?

Es importante resaltar las ideas que transformaron al país por breve tiempo. El apoyo que se le dio a la educación, al sector laboral, campesinado, a la salud, al ser humano en general. Así, las personas pasan, pero las ideas que estas generaron permanecen y son las que no hay que dejar morir, más bien seguir, transformar y desarrollar cuando son genuinas y honestas.

Son las ideas las que marcan el curso de la historia al ser plasmadas en hechos, los nombres de Juan José Arévalo, Jacobo Árbenz, Guillermo Toriello, Alfonzo Bauer, Manuel Galich, Luis Cardoza y Aragón entre otros, no pueden pasar desapercibidos porque son ya parte de esa historia. Reconstruir un país de gobiernos tiránicos no fue cosa fácil para estos visionarios, más fácil fue la destrucción de los logros alcanzados durante los gobiernos de Arévalo y Árbenz, extensivos hasta el presente.

Desde la creación del Ministerio de Trabajo y el seguro social, avances en el sector justicia -el cual estaba pervertido durante la dictadura de Jorge Ubico, y mucho antes de este-; el impulso a la educación durante el gobierno de Juan José Arévalo, hasta la reforma agraria, el fin del trabajo forzado y la cárcel por deuda, la reivindicación de los derechos de las mujeres, impulsada por Jacobo Árbenz.

Adentrarse en la historia inmediata de Guatemala, resaltando lo que destruyó la Contrarrevolución y gobiernos siguientes y ver los actuales indicadores en educación, salud, pobreza, los niveles de corrupción, debería ser motivo para despertar del largo letargo en que se ha estado y retomar el camino que la primavera democrática cimentó para el bienestar de los sectores desprotegidos.

El espíritu revolucionario no debe morir, sobre todo, en las nuevas generaciones, ya que son estas las invitadas a transformar el país con dignidad.


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