El cambio climático está secando muchos campos centroamericanos y amenazando, como nunca antes, la seguridad alimentaria de 10 millones de pequeños agricultores que comen y viven de lo poco que cultivan, alertó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
“Nunca antes la seguridad alimentaria del Istmo había estado tan amenazada por el cambio climático”, aseveró en una entrevista con EFE el coordinador regional de la FAO, Tito Díaz, con motivo de la celebración el próximo domingo del Día Mundial de la Alimentación.
Si la economía de esta subregión, marcada por la pobreza, donde viven alrededor de 46 millones de personas, “estuviera más diversificada y no dependiese tanto de la agricultura, el impacto” del cambio climático sería menor, reconoció el alto funcionario de Naciones Unidas.
La situación es especialmente grave en una zona que se conoce como el Corredor Seco centroamericano, que abarca el litoral pacífico de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, y en el que viven 1.6 millones de familias que se dedican a la agricultura de subsistencia.
Esa área, explicó Díaz, alterna períodos cada vez más largos de sequía con lluvias e inundaciones severas que, debido a su intensidad, merman o arruinan las ya de por sí pobres cosechas.
Los cultivos más afectados son el maíz y el frijol, dos de los elementos básicos de la dieta de estas naciones.
“Centroamérica tiene un déficit hídrico que antes era cíclico y que hoy se ha hecho casi permanente”, precisó el especialista.
A esta situación se suma el hecho de que entre el 30 y el 40 por ciento de los campos centroamericanos tienen algún tipo de erosión o degradación provocada principalmente por la ganadería extensiva y la deforestación, lo que sin duda aumenta el impacto de los fenómenos meteorológicos, recordó Díaz.
“Guatemala, Honduras y Nicaragua están en el ranquin mundial de los 10 países con más riesgo de sufrir desastres derivados del cambio climático”, indicó.
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