El fervor de los creyentes es grande.
Familiares, amigos y conocidos han tratado de convencerme para que abandone la Iglesia católica y busque mi fe en otro templo de los que existen en Guatemala.
Por suerte, mis abuelos y mi padre, más que todo, me dejaron claro el camino. Además, mi conversión y reconversión han fortalecido más mi cristianismo católico y la devoción a la Virgen del Rosario, Patrona de Quetzaltenango, también muy amada por los capitalinos y otros pobladores del país, en donde el fervor por ella es múltiple, ya sea por su intervención ante el maestro, formador y forjador del mundo, o simplemente por su amor mariano.
El sábado 1 de octubre comenzaron las celebraciones patronales, algunos le dicen fiestas, yo prefiero verlo de una manera transparente y no relacionarlo con una palabra tan despampanante, por eso uso el sinónimo de suavidad y espiritualidad.
Lo cierto es que en los alrededores de los templos católicos en donde hay imagen de la Virgen del Rosario, los vendedores informales aprovechan el júbilo cristiano para mejorar su economía, probablemente sea el argumento para llamar la actividad “fiesta”.
En el lado santo, en algunos templos colocan la imagen en el Altar Mayor, como en la ciudad de Quetzaltenango, en donde pasa todo el año en su camarín exclusivo y el último jueves de septiembre sale en procesión en el contorno del Parque Central para llegar al final a su iglesia Catedral y ocupar el sitial de honor.
El fervor de los creyentes es grande. Hay plegarias profundas, misas con petición, rosarios y novenas para los sanos y enfermos, las celebraciones religiosas se convierten en espacio para demostrar su amor a la Patrona, a la madre de Cristo, a la inmaculada, la mujer que sin pecado concebido fue la mamá del Salvador.
La existencia espiritual que simboliza el amor, la paz, la concordia, la dulzura, el respeto y la armonía entre los seres humanos, se respira profundo en Guatemala durante octubre, que es el mes dedicado a la Virgen del Rosario.
Las bombas, las publicaciones, los mensajes cristianos dan fe de la entrega de los católicos por esas fechas tan especiales, como el viernes 7 que será el día memorable.
Siempre se habla de paz, pero en este momento, más que nunca, en el que los guatemaltecos y el mundo necesitan amarse unos con otros, todos los cristianos, personas de fe, debemos pedir por el amor al prójimo, ya no más enfrentamientos, basta de destruirnos y matarnos, no es esa la misión de la humanidad.
El respeto y la tolerancia, más la ayuda mutua, el trabajar en equipo y aportar para apoyar a los demás, debe ser parte del quehacer diario.
Es por eso que nuestra oración debe ir encaminada al perdón de los pecados y la reconversión del ser humano, para que se terminen las muertes violentas y se multiplique el amor.
El mes de la Patrona del Rosario debe servir para que todos los devotos se unan con visión al reencuentro de la humanidad, que desde nuestro hogar cristiano aportemos a la cadena de oración nuestras buenas intenciones de dejar el odio, el resentimiento, la envidia y la maldición, para que algún día no muy lejano logremos pronto vivir en paz.
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