La corrupción y la mediocridad se adueñaron de la Universidad de San Carlos.
El 20 de septiembre, cientos de estudiantes de la Universidad de San Carlos se congregaron en las afueras de la sede de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) “Oliverio Castañeda de León” para exigir las primeras elecciones estudiantiles en 16 años.
Los últimos comicios se llevaron a cabo en 2010. Posteriormente, fueron convocados en forma secreta.
Las asociaciones de diversas facultades y escuelas tomaron la iniciativa y desconocieron a la “Comisión Reguladora y Transitoria de la AEU”. Esta instancia funciona desde hace 3 años, para reorganizar la dirigencia de esa agrupación, que es dueña de locales comerciales, negocios y realiza cobros ilegales en los estacionamientos y talachas.
La comisión transitoria la dirige Guillermo Prera, condenado en 2013 a 3 años de cárcel por matar a un taxista con arma de fuego. Prera insiste en mantenerse al frente, y su postura provocará que las organizaciones estudiantiles bloqueen los accesos a la Ciudad Universitaria.
Esta situación es similar a la ocupación del Campus Central, de agosto a noviembre de 2013. Los intereses del pueblo no pueden ser defendidos por estudiantes sin compromiso; más pobres ideológica e intelectualmente; más llenos de rabia ciega y que no supieron escapar de las tentaciones sectarias. La violencia de las “organizaciones estudiantiles” ha alejado a la mayoría de los alumnos.
Desgraciadamente, el movimiento estudiantil no está organizado permanentemente en centros en los que se aprende a discutir, diferenciarse democráticamente, proponer, funcionar ganando y respetando las mayorías, a confrontar ideas.
No tienen continuidad en lo organizativo, ni en lo político. Cada generación estudiantil debe volver a aprender desde cero, sin hacer balances del pasado. Bien decía el filósofo Jorge Santayana (1863-1952): “quienes olvidan su historia, están condenados a repetirla.”
La indignación estudiantil se une a la petición que se hizo a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) para se investiguen a las autoridades de la USAC. La única universidad estatal debe reformarse, pero con un proceso masivo en que participemos profesores, alumnos y profesionales.
Es urgente investigar los préstamos del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), que han sido administrados sin transparencia. Los fondos multimillonarios que recibe la USAC, la convirtieron en un gran negocio. Es dinero al servicio de intereses políticos particulares, ajenos a la institución y su autonomía.
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