Es necesario garantizar suministros suficientes de productos sanitarios.
He vuelto recientemente de la Conferencia Internacional sobre el Sida, celebrada en Durban, Sudáfrica. Como muchos han señalado, ha sido un acontecimiento histórico: la oportunidad de celebrar el notable éxito de la respuesta al VIH en los pasados 15 años.
Sin embargo, también ha sido una dura llamada de advertencia. Pese a los resultados tangibles, como el hecho de que se hayan salvado millones de vidas, cada vez está más claro que, si se quiere poner fin a la amenaza para la salud pública que representa la epidemia del sida de aquí a 2030, la lucha se tiene que intensificar a nivel mundial.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible representan una gran oportunidad para acelerar los progresos respecto de todas las enfermedades infecciosas.
El énfasis en la equidad, el fortalecimiento de los sistemas de salud, la cobertura sanitaria universal y la acción multisectorial transformará el modo en que luchamos contra estas enfermedades.
En 2000, ¿quién habría pensado que en 2015 habría 17 millones de personas de países de ingresos bajos y medianos bajo tratamiento antirretrovírico, que las tasas de paludismo se habrían reducido en un 60 por ciento y que las muertes por tuberculosis habrían disminuido en un 47 por ciento?
¿Quién habría predicho que, en el espacio de 15 años, los casos de dracunculosis se reducirían de 75 mil a solo 22? Lo que tenemos que hacer ahora es mantener nuestra determinación e intensificar aún más nuestros esfuerzos.
Además de establecer sistemas sólidos de financiación de la asistencia sanitaria, es preciso crear una fuerza de trabajo cualificada e invertir esfuerzos en la mejora de la calidad de los tratamientos, los medios de diagnóstico y las herramientas de prevención.
También es necesario garantizar suministros suficientes de productos sanitarios asequibles, seguros y eficaces y acabar con el desabastecimiento, así como promover una mayor integración de los servicios.
Nuestro principal objetivo en los próximos 5 años debería ser crear cimientos sólidos para poner fin a las epidemias de enfermedades infecciosas en todo el mundo. No es el momento de levantar el pie del acelerador. Es de sobra conocido que si bajamos el ritmo estas enfermedades volverán con más fuerza.
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