Debemos expresar todo lo que sentimos por nuestra patria.
Pasaron las celebraciones del 15 de septiembre, por lo pronto ya no habrá más antorchas, redoblantes ni desfiles. ¿Será hasta el próximo septiembre cuando volvamos a expresar nuestro amor al país en la forma que lo hicimos?, ¿guardarán los niños y jóvenes todos los instrumentos para el año venidero?, ¿dejaremos de oír las prácticas de banda y marchas típicas de las semanas previas al aniversario de la independencia patria? Todos los mensajes bonitos hacia la patria, el orgullo de ser guatemalteco, los poemas y las reflexiones, las conductas cívicas y otras expresiones quedan guardadas y vuelven a practicarse el siguiente septiembre.
Mi mensaje en las columnas que decidí escribir en este mes, es que como ciudadanos debemos expresar todo lo que sentimos por nuestra nación y demostrarlo en todos los actos de nuestra vida. Como padres debemos formar hijos con principios y valores, que sientan el orgullo de pertenecer a este país. Como vecinos debemos ser respetuosos del espacio de los demás y contribuir en favorecer el bien común. Como ciudadanos, cumplir sin excusas con nuestras obligaciones y deberes, pagar los impuestos correspondientes y responsabilizarnos de todos nuestros actos. Cuidar el entorno que nos rodea y el medioambiente.
Cuando regresaba a casa el 14 de septiembre, vi la algarabía de niños, jóvenes y adultos llevando antorchas, algunos bajo la lluvia, otros sin camisa, algunos descalzos, sin embargo corrían con el fuego patrio. Al mismo tiempo, vi vehículos sobrecargados poniendo en riesgo la vida de los ocupantes, bolsas de basura tiradas por todos lados, eso es algo que no debe hacerse. Hay prácticas que deben cambiar, sobre todo, aquellas que afecten a los demás, al ambiente y al bolsillo.
Un desfile pasa, deja gastos, cansancio, fotos, tránsito vehicular excesivo, entre otras típicas consecuencias.
Lo más importante es el sentimiento y actitud que se despierte por mi país, sus tradiciones, mis semejantes, por ser cada día mejor persona y porque las reflexiones que surjan me hagan un ciudadano responsable, capaz de construir una mejor nación. Tengamos claro que no basta con eso, necesitamos llevar a la práctica lo que ha sido producto de mis reflexiones, comprometernos con ser mejores habitantes y que nuestros actos hacía la patria no sean de un día, un mes, sino de toda nuestra vida.
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