sábado , 23 noviembre 2024
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Ciencia en el estado liberal

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Estamos acostumbrados a que las doctrinas controvertidas sean morales o normativas pero también pueden serlo las epistemológicas.

 Si bien la comunidad científica es unánime en recomendar la inmunización obligatoria vía vacunación, lo que implica movilizar los recursos del Estado, existe una fracción no insignificante de la ciudadanía que se opone. La pregunta, realmente, no es si acaso estos grupos tienen razón.

Existe demasiada evidencia de que no la tienen. La suya no es una posición científicamente respetada, tal como le ocurre a los creacionistas o en cierta medida a los negacionistas del cambio climático.

La pregunta políticamente relevante es, si acaso la oposición de estos grupos es atendible, digna de una excepción o de un régimen especial.

Usualmente damos por descontado el sitial de privilegio epistémico de la ciencia en las sociedades contemporáneas. Sus métodos y conclusiones no nos parecen discutibles.

La ciencia dice cómo son las cosas. Nos cuidamos de no darle a esta propiedades normativas o moralizantes. En ese sentido, decimos en terminología liberal, que son neutrales.

No le pertenecen a ningún colectivo identitario particular. Todos debiésemos captar su radical capacidad de generar conocimiento útil y confiable.  Pero, en la práctica, no todos son de la misma idea. La ciencia recibe dos tipos de ataque que es preciso distinguir. Uno de estos apunta en contra de particulares conclusiones del método científico. Personas que leyeron en ciertas plataformas de difusión que, por ejemplo, las vacunas eran peligrosas.

Predominantemente, así se reconstruye la demanda creacionista de incorporar alternativas nomaterialistas a Darwin en la clase de biología.

El caso de los testigos de Jehová es interesante. Ellos no se niegan a las transfusiones de sangre porque crean que el procedimiento es médicamente errado.

Saben que aquella transfusión puede salvarle la vida a su hijo, como lo saben los personajes de The Children Act, la novela de Ian McEwan. Se resisten a ella por mandato aparentemente divino: Dios no querría en tu cuerpo la sangre de otra persona.

El desafío del liberalismo es extender la protección igualitaria, pero hacerlo con una narrativa legítima respecto de su epistemología preferida, de aquella ciencia que identifica con razón pública.

De ahí la pregunta inicial: cómo justificar a todos lo que para algunos es controvertido, como para los grupos antivacunas.

Estamos acostumbrados a que las doctrinas controvertidas sean morales o normativas, pero también pueden serlo las epistemológicas.

A la ciencia hay que defenderla explicándola, no dándola por descontada.


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